viernes, 14 de noviembre de 2014

LEYENDA DE FARHAD Y LA BELLA SHIRIN




Hubo una vez un valiente plebeyo llamado Farhad, que amó a una princesa llamada Shirin, pero la princesa no correspondía a su amor. 

Farhad intentó en vano acceder al corazón de Shirín, pero nadie osaba confesarle a la hija de la realeza que un picapedrero la amaba. Farhad, desesperado, subía a las montañas donde pasaba días sin comer, tocando en su flauta dulces melodías en honor de Shirin. 

Finalmente las noticias de ese amor llegaron a oídos de la princesa, y un sentimiento equidistante comenzó a brotar en su pecho. ¿Pero acaso soñaba él que se le otorgaría alguna vez la mano de una princesa? No pasó mucho antes que el rey mismo oyera los rumores de éste extraordinario intercambio sentimental. 

Naturalmente se indignó al enterarse, pero como no tuviera más hija que Shirín, y ella vivía ahora suspirando por amor, le propuso a su hija que su amante, no siendo de la nobleza, debería realizar una proeza tal que ningún otro noble pudiera igualarla, y entonces – sólo entonces – podría aspirar a merecer su favor.

La inhumana tarea que astutamente le asignó a Farhad fue la de excavar un canal en el rocoso terreno entre las montañas. El canal debía tener seis lanzas de ancho y tres de profundidad ¡y extenderse por cuarenta millas!

La princesa tuvo que comunicarle la decisión de su padre a Farhad, quien de inmediato tomó su pico y se dirigió a comenzar su hercúlea labor. Se afanó durísimamente y quebró las piedras durante años. Comenzaba su tarea temprano por la mañana y sólo la abandonaba al caer el sol, cuando la oscuridad impedía distinguir a un codo de distancia a ambos lados. Una vez, Shirín subió para visitarlo en las escarpadas montañas, y el pecho de Farhad se inundó de tal gratitud y amor que, cuando notó la fatiga de la princesa y su caballo (en riesgo de precipitarse al vacío) levantó con sus hercúleos brazos a corcel y jinete, y así los bajó de la montaña..

Subsecuentemente Shirín lo visitó sólo en secreto. Y al ver por la noche al afanado Farhad durmiendo extenuado sobre el lecho de piedras, con su pico bajo su cabeza, notó, con el orgullo de una amante, que Farhad había esculpido sus figuras en las rocas cada seis yardas! Suspirando, Shirin regresó sin que Farhad se enterara de su visita nocturna..

Farhad se empeñó durante años, hasta que finalmente estuvo a punto de finalizar el canal; todo estaba listo pero restaba sólo una última labor, un pozo excavado en medio de las rocas. Se hallaba ya por la mitad, cuando el rey consultó a sus asesores solicitándoles consejo: su trampa había fallado. Farhad no sólo no había perecido en la empresa, sino que estaba a punto de concluirla con gran éxito y, puesto que al hacerlo había cumplido con los requisitos, se había hecho merecedor de la mano de su hija. Los visires le sugirieron que enviara a una vieja que le contara a Farhad que Shirín había muerto; ante esas terribles noticias, tal vez, el corazón de Farhad quedara destrozado, y así desistiría de finalizar su tarea. Era un truco deshonesto, pero parecía bueno y el rey lo aprobó. Así que envió a una vieja – mendaz cuervo – a Farhad que se presentó ante él llorando y gimiendo con gran aspaviento; el picapedrero le preguntó la causa de su dolor.

“Lloro por alguien muerto” dijo “y por tí”. “¿Por alguien muerto y por mi?” preguntó el sorprendido Farhad. “¿Cómo puede ser esto?”

“Pues, mi valiente varón” dijo la impostora sollozando “te has empeñado tanto, y has trabajado tan largos años, pero tu labor ha sido totalmente en vano, pues el objeto de tu devoción ha muerto”

“¡Qué!” exlamó el infeliz Farhad “¿Shirín muerta?”

Tal fue su agonía que allí mismo se cortó con el borde de su afilado pico, y lo que fluyó entre las rocas del canal recién concluido no fue agua, sino su propia sangre. Cuando Shirín oyó esto, corrió en inmensa angustia hacia las montañas, donde yacia su malogrado amante; se dice que se hirió en el exacto lugar donde lo hiciera Farhad, y con el mismo pico manchado de sangre. El canal nunca fue usado, pero una misma tumba se erigió entre aquellas inhóspitas rocas para los dos..

Hoy existe un lugar donde duermen dos amantes. Lado a lado, Shirin y su Farhad. Ese lugar se halla muy alto en las montañas de Kurdistán, y puede ser alcanzado sólo cuando las nieves se derriten en primavera, y bajan en torrentes que manchan de rojo las mejillas de las doncellas. Si buscas el camino, pregúntaselo a un cuervo..




Ésta es una versión de la historia contada hace 900 años por el famoso poeta persa Nizami 
Una primera parte de la leyenda (originada mucho antes de Nizami) narra los intentos del rey Cosroes por ganar el amor de Shirin, por lo que la historia también es conocida como Cosroes y Shirin (Josro-e-Shirin en urdu)

El rey Cosroes “el Victorioso” (Khusrau “Parveiz”)  fue un personaje real de la historia persa, y la presencia de un picapedrero (presentado también como arquitecto o escultor) se relaciona a las famosas esculturas monumentales en la roca de Irán..

Es una historia de las más representadas en las miniaturas realizadas por los ilustradores de Persia.










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