Escrita por el poeta Nizami (1140-1203), narra la historia de los amores entre Layla y Majnún. Es la más famosa historia de amor de la literatura clásica del Oriente islámico.
Obra de clara inspiración sufí, es una alegoría de la relación mística entre el hombre y Dios, a través de un simbolismo erótico que expresa una mística nupcial.
En efecto Layla, que significa noche en árabe, encarna la tiniebla más luminosa que la luz de esencia divina, reflejada en la belleza de la mujer, por la que suspira el amor del buscador m´sitico simbolizado en Majnún, que significa loco, y que encarna al loco de Dios, al místico arrebatado por la belleza de la faz divina.
Los amores entre Layla y Majnún expresan una concepción platónica del amor, fundamente de la mística sufí musulmana y de otros fenómenos culturales como el de los trovadores franceses.
El lamento de Majnún
Soy tuyo, por muy lejos que estés de mí
Tu pena, cuando sufres, me da pesar a mí.
No hay soplo de viento que no me traiga tu perfume.
No hay pájaro canoro que no pronuncie tu nombre.
Cada recuerdo que ha dejado su huella en mí permanece
enteramente, como si fuera parte de mí.
No te demores, no sea que me encuentres muerto.
Atrapada por el lobo, la oveja oye demasiado tarde cómo la flauta
del pastor llora por su cruel destino.
Abrasándome de sed, busco en vano en el cielo la nube que traiga
la salvadora lluvia.
Me atormentas cruelmente, pero mientras viva tu belleza me hace
amarge y perdonar.
Yo soy el candil, tú eres el sol; tu poder triunfa de mi luz
declinante.
El fuego tiene envidia del resplandor de tus ojos; los tulipanes y las
rosas se marchitan al verte.
¿Separarnos? ¡Nunca! De rodillas te profeso amor y devoción, fiel
hasta la muerte.
¿Quién soy yo, tan lejos de ti y sin embargo tan cerca?
Un mendigo que canta. Layla, ¿me oyes?
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