lunes, 17 de noviembre de 2014

EL JARDÍN ANDALUSÍ / 1



Cuando hablamos de los jardines de Al Ándalus surge la imagen de un lugar evocador que invita al recogimiento y la contemplación. Repleto de flores, plantas aromáticas, árboles, surtidores, fuentes, albercas y acequias. En el que el agua refleja la arquitectura, y la luz roza la vegetación transformándola con el paso de las horas y las estaciones. Pero también, la de un espacio amplio y en ocasiones escalonado, en el que la vista se dilata para contemplar el paisaje, enfatizando el concepto de jardín de poder.

El jardín medieval en el mundo islámico, del que apenas nos quedan descripciones gráficas ni literarias, debió de diferir según las regiones, recibiendo la impronta de la tradición local, aunque siempre basado en el concepto espiritual del jardín como Paraíso. Los jardines orientales tuvieron un referente próximo en el jardín persa de legendaria tradición, con grandes avenidas, canales, fuentes y pabellones entre una vegetación exuberante. La dinastía omeya trasladó consigo al occidente islámico el amor por el jardín, combinando las inspiraciones orientales de horizontes amplios con el jardín cerrado rodeado de muros, según descripción coránica, igualmente atractivo y sugerente.

En Al Ándalus y el Magreb se crearon jardines-patio con alberca central o estanque y el llamado posteriormente «de crucero», introducido al menos desde época califal, con sus primeros ejemplos conocidos en el Palacio de Medina Azahara.

Constaba de cuatro canalillos en ángulo recto que simbolizaban los ríos del Edén, y cuatro parterres rehundidos para contemplar mejor la vegetación desde los paseos o andenes.

Ejemplos de estas dos tipologías se han conservado en patios y jardines de Medina Azahara, de la Aljafería de Zaragoza, del Alcázar taifa y almohade de Sevilla, de los palacios mardanisíes de Murcia o de La Alhambra de Granada, entre otros. 

En estos patios-jardín, generalmente ubicados en el recinto de la casa o el palacio, abundaban las flores aromáticas y ornamentales. Entre ellas, las rosas, violetas, azucenas y lirios. También crecían trepadoras como el jazmín, y plantas acuáticas como el nenúfar, sin olvidar arrayanes, granados, cipreses y naranjos amargos. Este tipo de jardín estuvo emparentado con el hortus conclusus de tradición semítica. Se denominaba riyad, vocablo que con el tiempo ha pasado a designar en el Magreb también la propia vivienda.

Junto a estos jardines intramuros se desarrolló el concepto de jardín-huerto, de horizontes más despejados, donde se combinaban flores, plantas aromáticas, frutales y hortalizas, con albercas, acequias y pabellones destinados al reposo. Este jardín periurbano se conocía como al-munya, o almunia. Además, se crearon vastos espacios dedicados a las experiencias botánicas.

ALFAJERÍA DE ZARAGOZA
JARDINES PALACIO MARDASÍES DE MURCIA
JARDINES REAL ALCÁZAR DE SEVILLA
JARDINES DE LA ALHAMBRA - GRANADA
PATIO DE CÓRDOBA
PATIO DE CÓRDOBA
 
JARDINES DEL PALACIO DE MEDINA AZAHARA


Textos
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