lunes, 24 de marzo de 2014

EL DESIERTO


Cuenta la leyenda que hace ya mucho tiempo (incluso antes de que la tierra fuera nombrada como tal) el desierto, cansado de que las caravanas huyeran de él, lanzó un grito de socorro. 

Un anciano lo escuchó y conmovido decidió instalarse allí con su gente. Muchos fueron los que se rieron de él porque abandonaba la comodidad de las ciudades para ganarse la vida en la arena.

Y cuentan que, desde entonces, esas gentes sencillas alegran la soledad del páramo con sus cantos, sus risas, sus historias.

El desierto agradecido por el sacrificio les ha recompensado con la libertad.


 

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