lunes, 8 de diciembre de 2014

EL JARDÍN ANDALUSÍ / 4



El jardín poético

En todo el mundo islámico hubo un marcado gusto por la naturaleza, que se manifestó, no sólo en el cultivo de los abundantes jardines y huertos que rodeaban las ciudades, especialmente las andalusíes, sino en el deseo de disfrutar de esos paisajes y del bienestar que produce su proximidad.
 
Así, a partir de la segunda mitad del siglo X, la sociedad de todo el orbe islámico solía acercarse hasta las afueras de la ciudad para disfrutar de la naturaleza. Se podían contemplar con frecuencia grupos familiares merendando junto a los ríos, a modo de auténticos festejos populares.

Como consecuencia de esa afición, iniciada anteriormente por la clase elevada en el marco de sus almunias, se desarrolló un movimiento poético, de influencia persa, en el que los temas florales y jardineros fueron sus protagonistas. El género poético sobre jardines se conoció como rawdiyyat (de rawd, ‘jardines’ en árabe). En él se aludía a los jardines en general, pero existía otro género llamado ‘poema floral’, que se conocía en árabe como nawriyyat, y se refería específicamente a las flores.

Entre los siglos X y XI abundaron los poetas de estos géneros en el mundo islámico. Algunos de los más famosos fueron Sa`id al-Bagdadi, de Bagdad, así como los andalusíes Ibn al-Quttiya, de Sevilla, e Ibn Jafaya, de Alcira. 

Las metáforas florales

Los poetas enriquecieron sus poemas con innumerables metáforas sobre las cualidades de un jardín o de las múltiples flores que lo componían, a veces con cierto barroquismo, pero con indudable belleza.
Veamos algunos ejemplos sobre el jardín:

Cuántas veces he ido en hora temprana a los jardines:
las ramas me recordaban la actitud de los amantes.
¡Qué hermosas se mostraban cuando el viento las entrelazaba como cuellos!
Las rosas son mejillas; las margaritas, bocas sonrientes; mientras que los junquillos reemplazan a los ojos.
Ibn Hafs al-Yaziri (s. XI)

***

A menudo el jardín está revestido con la lluvia fina
de un tejido [yemení] listado
e inspira a las almas el deseo de detenerse en él y sentarse.
Cuando la brisa le roza con su mano, imaginamos
que sus ramas son danzarinas que se balancean
con sus vestidos verdes de tela rayada.
Abu Marwan Ibn Razin (s. XI)

Este género poético de jardines y flores, rawdiyyat y nawriyyat, de los poetas andalusíes, refleja claramente la impresión que les causaba la contemplación de la naturaleza. Las luces, sombras y colores se proyectan en estos poemas como en el lienzo de un pintor impresionista.
Algunas evocaciones son de una gran sutileza, como por ejemplo aquella que alude a la brisa tejiendo cotas de malla sobre la superficie de la alberca (al ondular sus aguas). O bien, la que compara el jardín bajo una fina capa de lluvia con los tejidos listados orientales creados en San’a (Yemen), de moda en aquel entonces, al tiempo que también menciona los tejidos fabricados en Tustar (Persia): 

Contempla para recrear tus ojos, un jardín lujuriante,
sobre el que la brisa no cesa de soplar y la lluvia de caer.
Te hará ver el arte de San`a en los dibujos
que adornan sus mantos,
que se diría fabricados en Tustar...
Abu-l Qasim al Balnu (s.XI)

Pero la creatividad poética de los andalusíes no se limitaba solamente a los temas paisajísticos, tradicionalmente clásicos en poesía. Fue más allá, al incluir las frutas y hortalizas como objeto de inspiración, a veces irónicamente: 

El membrillo tiene el color amarillo del oro, el sabor del vino,
la tez del amante y el aliento de la bien amada.
Al-Nuwayri (s.XI)

***

¡He aquí alcachofas cubiertas de dardos
capaces de atravesar la piel de un elefante!
Ibn Suhayd (s.XI)


Ibn Jafaya, el Jardinero

Entre aquellos poetas sobresalió el valenciano Abu Ishaaq Ibrahim Ibn Jafaya, (1058-1139) nacido en Alcira de una familia acomodada.
La contemplación de los extensos predios familiares en los que pasó la mayor parte de su vida, lo convirtieron en un amante de los jardines y del paisaje que lo rodeaba.
Influido por los poetas de Bagdad, sobresalió en el género rawdiyyat, del que creó una auténtica escuela andalusí, superando a sus maestros.
En sus poemas describió sobre todo los árboles y frondas de los jardines, lo que le valió el sobrenombre de al-Yannan, el Jardinero, o el amante de los jardines. Fue ante todo un poeta paisajista.

El jardín era un rostro de una blancura resplandeciente,
la umbría, una cabellera negra,
y el agua del arroyo una boca de hermosos dientes.
Fue allí donde la paloma nos regocijó una tarde
al dejarnos oír su dulce arrullo.


El arco iris del jardín poético

En la temática del jardín que abordaron los poetas del mundo islámico, hay una alusión constante a los colores que reviste la naturaleza vegetal. Incluso, a veces, extraían el sentido de un determinado lenguaje y simbología.

Les admiraba, por ejemplo, el contraste entre el blanco y el amarillo de la camomila. El lirio azul se comparaba con una turquesa y su color, semejante al cielo, era considerado superior al blanco de su hermana la azucena. El color de la violeta era indescifrable para los poetas, y para justificarlo, los autores del siglo IX empleaban un ejemplo alquímico: el azufre que se quema en el crisol para obtener el tono rojo y azulado, similar al de sus pétalos. La rosa roja se revestía en su imaginación de túnicas de coral y cornalina, como una soberana, y cuando se mostraba en sus ramas, las rosas de otro color palidecían de envidia.

Las flores 

Algunas de las flores que constaron en los jardines andalusíes y que más inspiraron a estos poetas por su aroma y por su belleza fueron:

alhucema (varias especies de lavándula): en Al Ándalus, al-juzama.

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adormidera (Papaver somniferum): en el mundo árabo-islámico se la conocía por jasjas. En Al Ándalus se utilizó como remedio medicamentoso por su poder narcótico.

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jazmín de olor (Jasminum officinale): en Al Ándalus, yasamin. Procedente de Persia, ya se utilizaba en Al Ándalus con fines terapéuticos y en preparados cosméticos.

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alhelí
(diversas especias de Erysimumy Mattihola): en Al Ándalus, al-jayri, vocablo de origen persa. De características ornamentales y aromáticas.

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lirio (varias especies de Iris): amarillos o de agua, y azules. En Al Ándalus, sawsan. Se plantaban por su valor ornamental y para usarlas en cosmética y en farmacopea.

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narciso (distintas variedades de Narcissus): en Al Ándalus, naryis y bahar. El aceite de narciso se empleaba en los masajes para relajar el sistema nervioso y para algunas afecciones.

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azucena (Lilium candidum): en Al Ándalus, sawsan. Esta flor originaria de Oriente Próximo fue muy apreciada desde la Antigüedad debido a su belleza y a su fuerte aroma. 

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nenúfar (Nymphaea alba y Nuphar luteum): en Al Ándalus, nilufar abyad y nilufar asfar, nenúfar blanco y amarillo, respectivamente. Esta planta acuática, usada como ornamento en las albercas, también servía para hacer aceites hidratantes.

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rosa (numerosas especies de Rosa spp.): en Al Ándalus, ward.


© Textos: Instituto Cervantes (España), 2004-2014.




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