lunes, 20 de octubre de 2014

SEFARDÍES / 3

Literatura Sefardí

La historia, la lengua y la cultura judeo-españolas han estado siempre bajo un doble signo: lo judío y lo español. Constantes que también están presentes en la literatura sefardí de dos maneras: unas de carácter religioso (traducciones de la Biblia, literatura rabínica) y otras de origen hispánico (géneros tradicionales de transmisión oral) y otra de gran personalidad en la que se conjugan la herencia hispánica y la judía (las coplas).

El carácter religioso de la literatura Sefardí

Ya desde la Edad Media los judíos desempeñaron un importante papel en la traducción de la Biblia al español. Las biblias romanceadas medievales fueron elaboradas la mayor parte de las veces con el concurso de judíos y todavía en el siglo XV el maestre de Calatrava encargó una traducción y comentario bíblicos al rabino Mose Arragel de Guadalajara

Tras el Concilio de Trento, las traducciones bíblicas, prohibidas en la península, tomaron el camino del exilio: desde el siglo XVI al XVIII la publicación de biblias en español estuvo a cargo exclusivamente de los protestantes exiliados y de los judíos expulsos.

Las biblias sefardíes recogen la tradición de las medievales: presentan un léxico arcaico y la morfosintaxis calcada del hebrero propias del ladino. La más antigua de ellas es el Pentateuco de Constantinopla, editada en 1547.

En Ferrara (1553) vio por primera vez la luz otra de las más famosas biblias ladinadas, ésta en caracteres latinos. Fue reeditada varias veces en Italia y los Países Bajos hasta el siglo XVIII, y de nuevo vio la luz en Buenos Aires (1946).

En el siglo XVIII Abraham Asá editó su biblia (Constantinopla), primera aljamiada que contiene todo el texto bíblico y que se basa en las anteriores de Constantinopla y Ferrara, y fue reeditada posteriormente en Viena (1813).

Otros textos que se ladinizaron fueron los oracionales del culto diario (sidurim) y los de ciclos festivos (mahzorim), que se publicaron en aljamía habraica o en caracteres latinos.

Pero sin duda la obra magna de la literatura religiosa sefardí es el Me'am Lo'ez que consiste en un gran comentario pormenorizado de los libros de la Biblia, especie de enciclopedia en la que se integra la sabiduría atesorada durante siglos de las grandes autoridades del judaísmo.

Las coplas

Son sin duda el género más característico de la literatura sefardí, en el que los rasgos más peculiares de la cultura judeoespañola en el exilio enlazan con la venerable tradición de coplas hispánicas medievales.

Se trata de poemas estróficos, con frecuencia acrósticos, cantables, de temática variable pero habitualmente narrativos o descriptivos (no líricos), de origen culto, de transmisión primordialmente libresca (aunque algunos hayan sido adoptados por la tradición oral), su distribución geográfica abarca Oriente y Marruecos y su historia documentada va desde el siglo XVIII hata el XX, aunque hay algún caso de complas de finales del siglo XVIII.

Busquimos por toda la civdad, como él non topimos;
tanto grandes como chicos de corazón lo llorimos;
sería por nuestros pecados que el sadic lo pedrimos:
a esta razón a el Dio esclamimos
TÓPICOS, 2


Incluso la secta criptojudía de los dömnes o seguidores de Sabetay Ceví creó su propia coplísticas: las llamadas sabetaicas (siglos XVII-XVIII) de contenido esotérico y a veces francamente ininteligibles que nos han llegado en algunos manuscritos.

Existen además otras coplas que desarrollan una temática más variada e insólita, aunque siempre manteniendo la característica de su referente judío; desde unas gastronómicas Coplas del guisado de las berenjenas (especie de recetario en verso de las distintas formas de preparar esta verdura tan característica de la gastronomía judía) hasta una glosa de las estaciones del año (siglo XIX) comparando cada estación con una fase de la vida del hombre, en la que se vería retratado cualquier sefardí de la época.

No podemos dejar de señalar que las coplas no son en su origen poemas populares, como pudiera pensarse. No pocas veces -y en especial durante el siglo XVIII- nos encontramos con que el autor es un rabino perteneciente a una auténtica élite intelectual: tal es el caso de Hayim Yom-Tob Magula o de Abraham Toledo, autor el primero de unas coplas adminitivas y el segundo de las espléndidas coplas hagiográficas de Yosef hasadic (José el justo), sin duda el poema más importante de la literatura sefardí.

Como corresponde a poemas de origen culto, la forma de difusión fue libresca, sobre todo a través de libricos de cordel aljamiados que se imprimieron y distribuyeron por todo Oriente; parece que en Marruecos -donde no había centros editoriales tan importantes- la transmisión se realizó en un primer momento por las ediciones que venían de Italia (sobre todo de Liorna) y luego por vía manuscrita.

En cuanto a su distribución geográfica, cabe destacar que se extendieron con mayor profusión en Turquía y los países balcánicos, gracias a la existencia de importantes centros editoriales (Salónica, Esmirna, Constantinopla , Sarajevo, Viena). La tradición de Marruecos nos es conocida a través de versiones orales y manuscritas, muchas de las cuales reflejan la tradicionalización de temas orientales que seguramente llegarían al Norte de África a traves de centro editoriales italianos.

Escribía poesías sobre muchos evenimientos que se pasaban en la judería de Salónika y vendía sus brochuras y folletos, andando las noches por las calles de la judería. Y muchos judíos le tenían consideración y respeto, mercaban sus brochuras a la valor de aquellos tiempos. Las meldaban con mucha gana; era el mijor pasatiempo de muchos.
YONÁ, n.10

Desde 1891 a 1920, Yoná publicó más de veinticinco de estas brochuras (en su mayoría libricos de cordel, aunque también hay algunas hojas sueltas) en las que incluyó los más variados contenidos: refranes, cuentos, romances tradicionales, remedios de medicina popular, brindis para banquetes de bodas y circuncisión, etc.

Los géneros tradicionales

De toda la literatura judeoespañola, son sin duda los géneros tradicionales de transmisión oral los más conocidos a nivel general: los refranes, los cuentos, las canciones y los romances sefardíes. Su base es fundamentalmente hispánica, aunque también acusan en ocasiones influencia de otros pueblos con los que convivieron los judíos.

El refranero

Prácticamente todos los pueblos han tenido un acervo paremiológico y en todas las culturas han vivido dichos, sentencias y refranes que, pasando de boca en boca, plasmaban la sabiduría popular.

Buena parte de los libros bíblicos que llamamos sapienciales consisten en recopilaciones de máximas filosóficas y morales, muchas de las cuales provienen de un antiquísimo patrimonio paremiológico tradicional del pueblo hebreo. 

También el mundo islámico gustó y gusta mucho de la sentencia que condensa en pocas palabras mucha sabiduría. Y qué decir de la riqueza del refranero español.

El refrán es aún hoy un elemento fundamental del habla de los sefardíes, y sobre todo de las mujeres. Estuvo en boca de todas las clases sociales, pero muy especialmente de las populares. Está presente en la vida cotidiana, para todas y cada una de cuyas circunstancias hay un refrán adecuado. Como dicen los propios sefardíes <<refranico mentiroso no hay>> porque siempre existe alguno que venga al caso.

quen bien te quere te face llorar

más vale ser coda de león y no cabeza al ratón

quien se echa con criatura s'alevanta pisado

el gamello ve la kambura de los otros y no la suya

quen se quema en la chorbá asopla en el yogur

yes mamón, yes kabod


El cuento popular 

El cuento que pasa de generación en generación por transmisión oral es otro género muy vivo en la literatura sefardí. 

Conseja es la palabra utilizada habitualmente para referirse a estas narraciones tradicionales; si bien parece que algunos sefardíes hacen una sutil distinción entre la conseja, que sería una narración de tipo fantástico, muchas veces con elementos mágicos y maravillosos y la consejica, que sería el cuento humorístico breve.

Consejas y consejicas no sólo servían para entretener a los niños, sino que desempeñaban un importante papel en la vida de los adultos. Así, por ejemplo, se utilizaban para distraer las largas veladas nocturnas.

La temática de las consejas es la común de cualquier cuentista tradicional. Quizás queba señalar la escasez de cuentos de animales. Abundan, por el contrario, los que presentan un ardid o una situación difícil de la que el héroe sale por medio de su ingenio. 

No faltan tampoco los cuentos con elementos mágicos y maravillosos. Pero el corpus narrativo más característicamente sefardí lo constituyen dos grupos de cuentos: los que tienen como protagonista a Yohá (personaje muy popular en el mundo islámico, donde todavía se cuentan hoy en turco o en árabe cuantecillos o chistes por el protagonizados; en Turquía se le considera un personaje histórico que vivió supuestamente en el siglo XIII)  y los de rabinos y personajes bíblicos (Castigo de Haim Pinto) que cuenta un milagro del rabino de este nombre para hacer escarmentar a un funcionario musulmán que le había faltado al respeto.

El romancero

Género tradicional característicamente hispano y de gran vitalidad entre los sefardíes, y de ahí que haya sido uno de los géneros más estudiados de la literatura judeoespañola, y uno de los más conocidos por el público en general. 

Traidas de Sefarad por los antikos avuelos espanyoles, a la ekspulsyon, estas romansas... guardaron la savor de las kizas antikas, i, el rekodro ke trayen al tino, arrebuelve el eskarinyo. -Kantadas de djenarasyon en djenarasyon, avian sovrebivido al <<negro olvido>>... Los espanyoles en sus paes, i los de las ke fueron sus lechanas kolonias, kontinuaron a kantar algunas kuantas, ma el <<folk>> aktual sefardí es kaje mas antiko i varyado ke el suyo. Mutchas etas pyedridas o olvidadas en los paezes de lingua espanyola, de manera ke los istoryadores i los savyos muzikologos ke las buchkavan, fueron obligados de venir a notarlas en las kokmunitas sefarditas de los Balkanes onde eran, dainda, el reflekto de la vida popular.
TORRE, p. 132 

El canto de romances sirvió para llenar las horas de asueto, para hacer menos penosas las labores de la casa o el trabajo artesanal, para animar las reuniones, acompañar los juegos, celebrar las fiestas y, muy especialmente, acunar a los niños.

ya le hacen la cama; para echar ellos andaron.
La fin de media noche un jugo muevo quitaron.
Ganó el novio a la novia ¡que sea para muchos años!
YONA, 25

En catorce de nisán, el primer día del año
el pueblo de Yisrael de Ayifto salió cantando,
que con las masás al hombro, quen con los hijíos en brazos
las mujeres con el oro lo que era lo más liviano
YONA, 9a   

El Cancionero

Es quizás el cancionero tradicional (lo que en Oriente se llamaban las canticas) el género más conocido de la literatura sefardí; su nostalgica belleza, su popularidad entre los propios sefardíes ahora que ya agoniza el gran acervo tradicional del romancero y la proliferación de grabaciones comerciales con arreglos más o menos acertados de este tipo de cancioncillas han contribuido a difundirlo.

La temática que con mayor frecuencia desarrollan las canciones sefardíes es la amorosa: abundan los requiebros a la mujer hermosa, las manifestaciones de fidelidad o deseo y los lamentos de amor; aparecen también la tópica madre confidente que aconseja a su hija enamorada y la no menos típica malcasada.

Sin embargo también hay canciones de soldados que va van a la guerra o que se lamentan por estar en el ejército. Otras son satíricas o humorísticas. No faltan los cantos seriados para determinadas ceremonias del ciclo vital o religioso. 

Canta, gallo, canta
que ya v'amanecer;
si durmís, parida,
con bien despertéis.

ATTIAS, Romancero, 122

***

Ella se metió en la cama,
en la cama me metí yo.
Que ni sé por qué, ni por qué no.
Ella me entregó el tintero,
la pluma le entregué yo.

LARREA, Rituales, 53 


Los Géneros adoptados

A mediados del siglo XIX comenzaron a soplar vientos nuevos en el tradicional mundo sefardí: entraba el influjo de Occidente. Surgieron entonces los llamados géneros adoptados, sin tradición en la literatura judía precedente y que empezaron a cultivarse con un claro afán de emulación por las literaturas occidentales: se escribieron novelas y poesía de autor a la manera europea; surgieron aquí y allá grupos de teatro de aficionados que producían textos teatralas para su propia consumo y adaptaba o traducían las obras de otras literaturas; y proliferaron las publicaciones periódicas.

El periodismo

El primer períodico sefardí del que tenemos noticia es el efímero Sa'aré Mizrah (Puertas de Oriente) fundado en Esmirna en 1845. La Buena Esperanza (Esmirna, 1871), El Tiempo (Estambul, 1871), La Época (Salónica, 1875), El Telégrafo (Estambul, 1879), El Avenir (Salónica, 1898). Al haMismar (En Guardia), Tel Aviv 1944

El lenguaje de la prensa muestra la evolución del judeoespañol desde finales del siglo XIX, y por añadidura las publicaciones periódicas fueron con frecuencia vehículo que hizo posible que vieran la luz numerosos poemas de autor, obras de teatro y novelas, publicadas como colaboración o por entregas.

La narrativa

La hasta ahora bastante poco estudiada novelística judeoespañola (el romanso) alcanzó su momento de mayor productividad entre 1900 y 1933, con un paréntesis desde 1914 hasta 1920 a causa de la primera guerra mundial. Los centros editoriales más activos fueron las comunidades de Oriente: Constantinopla y Salónica, Esmirna, Jerusalén, Viena, Belgrado o Sofía.

En cuanto a la forma de publicación, hay que señalar la frecuencia de las ediciones por entregas, ya fuesen en series coleccionables o en folletón incluido en algún periódico, aunque no faltaron tampoco ediciones independientes.

En lo que atañe al origen, es de destacar la relativa escasez de textos originales: de los aproximadamente trescientos títulos catalogados hasta la fecha, no llegan a un 50 por 100 las novelas de auténtica creación sefardí. Abundan más los textos imitados, adaptados, "aranjados", resumidos, reescritos y, sobre todo, "tresladados" por autores sefardíes al judeoespañol, a partir de originales en otras lenguas.

En lo relativo a la temática, la que mayor fortuna tuvo fue la de carácter truculento, sentimental o lacrimógeno, con abundacia de títulos como Anna María o el corazón de la mujer (El Cairo 1905), Una familla de matadores (Jerusalén 1908), La güerfanica desmamparada (Constantinopla 1923), La hija de dos padres (El Cairo 1907), La bebedera de sangre (Salónica 1928), la hermosa historia de la hija maldicha (Constantinopla 1901), Una venganza salvaje (Esmirna 1913), ¡Pasión! (Salónica 1922), Amor sin esperanza (El Cairo 1900), etc.

También gozaron de gran aceptación las novelas de tema policíaco, de intriga y aventuras, con títulos como Un curioso ladrón (Constantinopla 1922); y personajes como "Nic Carter, el más ilustre polís amator americano de nuestros días, la teror del quartier quinés a Niu-York (Salónica 1910), Jim Jacson, célebre polis amator americano (Salónica 1931), o Nat Pinkerton, el más grande romanzo polizario del mundo (Salónica 1930).

Más peculiares del mundo sefardí son las novelas de temática judía, en su triple vertiente de recuerdos del pasado histórico judío y vivencias modernas. Los jidíos (Salónica 1923), El nuevo judió erante (Salónica 1922), La sangre de la masá (Constantinopla 1910), El convertido (Constantinopla 1921), etc.

La narrativa judeoespañola murió, al igual que otros géneros, en la segunda guerra mundial. Después se siguió publicando algún que otro libro aislado hasta 1953, fecha en que apareció la segunda edición de El sekreto del mundo de Isaac Ben-Ruvi. Más recientemente un sefardí de Bosnia residente en Israel, Eliezer Papo, ha publicado su obra maestra La megila de Saray (1999).


El Teatro

Suele encuadrarse el teatro entre los géneros adoptados, aunque es sabido que antes de que entrase el influjo de la cultura occidental hubo entre los sefardíes una suerte de teatro tradicional, propio de la festividad del Purim en la que existe la costumbre de disfrazarse. 

La más antigua noticia de una de estas representaciones se remonta a la Esmirna anterior a 1747, pero la costumbre está documentada hasta comienzos del siglo XX. 

Como era de esperar, este tipo de teatro estaba teñido por un marcado carácter pedagógico dirigido a la formación religiosa y moral, la enseñaza de la lengua santa y el conocimiento de las culturas occidentales, en especial la francesa. 

Títulos como Salidura de Ayifto (Constantinopla 1873), Historia de la vendida de Yosef de sus diez hermanos (Constantinopla 1873), Ester (Edirne 1902), etc.

Dentro del teatro específicamente sefardí encontramos una gran variedad de temas: desde las obras que abordaron los problemas cotidianos y comunitarios hasta otras que tratan de la historia de los países en los que vivieron los sefardíes (Turquía, los Balcanes), pasando por lo que se ha venido a llamar <<comedia nueva>> que refleja los cambios de vida y mentalidad derivados de los tiempos modernos. Desposorios de Alberto, La boda de Alberto y Mi yernécico (publicadas en Jerusalén 1903) pintura costumbrista en torno al noviazgo y al matrimonio; los males de la colada (Salónica 1900), descripción de los trajines del ama de casa para lavar la ropa; Ocho días antes del Pésah (Constantinopla 1909), sobre la limpieza de la casa previa a la celebración de la Pascua judía; etc.

España solo aparece en el teatro como marco donde se desarrollan obras sobre la expulsión, la Inquisición o los marranos, pero no hay una sola obra de autor español en todo el amplio repertorio (más de seiscientos títulos) del teatro sefardí.

Pese a la abundancia de traducciones y adaptaciones, no faltaron tampoco autores sefardíes que crearon sus propias obras teatrales. Alexander Ben-Guiat (Esmirna 1869-1924); Laura Papo, que escribió con el seudónimo de Bojoreta (Sarajevo 1891-1941); Abraham A. Cappón (Bucarest 1953); y Sabetay Y. Djaén (Pleven 1886-tucumán 1935). 

Hoy en día muy pocos son los sefardíes que siguen cultivando el teatro judeoespañol: entre ellos estaba el periodista Shelomó Reuven, quien publicó en los números 9 y 11 de la revista Aki Yerushalayim (1981) su obra costumbrista Bulisa la refrandjia.

Poesía Autógrafa

Con la occidentalización de la cultura y de las costumbres cambió la manera de entender y de crear la poesía: agudización de la conciencia de autoría; abandono de formas métricas tradicionales; occidentalización del lenguaje; y el cultivo de nuevos temas, insólitos en las antiguas coplas.

Abraham Toledo introdujo en ocasiones acrósticos con su nombre; lo mismo hizo con frecuencia Ya'acob Yoná; y Yeudá Cal'í firmó su Coplas de los frutos con una estrofa en la que declara: 

Mi nombre es Yeudá
mi alcuña es Cal'í

Clarisse Nicoidsky, descendiente de sefardíes yugoslavos (nacida en Lyon 1938) autora de siete novelas en francés (en una de las cuales Couvre-feux, evoca el mundo sefardí de su infancia) y de poemas en judeoespañol como los recogidos en el libro Lus ojus, las manus, la boca (París 1978).

Kontami la kunseja
ki si kamina in tus ojus
kuandu lus avris
la manyana
kuandu il sol
entra su aguja di luz 
in tus suenyus

Otras autoras que siguen publicando poemas en lengua sefardí son la israelí Margalit Mattiahu (Kurtijo Kemado, Matriz de luz) y la griega Rita Gubbay.


Textos: del libro Los Sefardíes. Historia, lengua y cultura
Autora: Paloma Díaz-Mas
Riopiedras Ediciones



 



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