lunes, 17 de marzo de 2014

SIRIA. EL PLACER DE LOS SENTIDOS: XARAP

 
Nemorino, en la ópera de Donizetti, toma el elixir de amor que un pícaro vendedor le ofrece. Y así gracias a la secreta fórmula, consigue a su amada.


Fueron también Tristán e Isolda, o Romeo y Julieta quienes se sirvieron de particulares líquidos preciosos para su amor. Unos para redimir sus culpas, otros para fingir su muerte, aquéllos para levantar la pasión del ser amado.

Como al vendedor de mágicas recetas, se acercan mis anónimas parejas. Imagino cómo sus labios de amor beben del néctar morado del Xarap. El zumo, rojo oscuro, sella sus labios de amor con un beso imaginario. Aquél vaso les vuelve cómplices y les enjuga de pasión una boca que tal vez calmará su sed en algún discreto rincón, lejos de doctrinas y tabúes.

¡Xarap tud! Exclama sin reservas el astuto personaje. Mientras, va partiendo el hielo bajo el sofocante calor de verano y ofrece su sensual brebaje de ambrosía.

Entre montones de tersas frutas provocativas, botellas repletas del eficaz veneno... También habrá para el solitario paseante que se permite un instante sin censura, o para el conmovido turista que no sabe si sucumbir o no ante la tentación.

En Siria, cuando se podía viajar, era recomendable observar el maná sin dejarse atrapara por él. Sobretodo por el hielo, peligroso. No vaya a convertirse el elixir en veneno. Sin embargo no había nada más gratificante para el paladar que un buen vaso de jarabe de verano.

Se trata de un jarabe de frutas naturales que se conserva concentrado con azúcar todo el año. Se exprime en la época de recolección y se toma en cualquier momento, diluido con agua y granizado con hielo.

Los ingredientes son: Un vaso de zumo de fruta filtrado (puede ser de naranja, limón, moras, cerezas...). Un vaso y medio de azúcar (si se va a guardar en el frigorífico con un vaso será suficiente).

Mezclamos el azúcar con el zumo de la fruta que hemos elegido para el jarabe. Mejor a temperatura ambiente y le damos vueltas hasta su completa disolución.

Una vez conseguida la homogeneidad se coloca en botellas de vidrio que conservarán la esencia todo el año.

Las guardamos en el frigorífico o despensa, según la proporción de azúcar que hayamos puesto.

Para saborearlo elegiremos dos vasos de cristal altos. Picaremos el hielo (mejor de agua mineral) que pondremos en abundancia en los vasos. Colocaremos aproximadamente dos dedos de concentrado y el resto del vaso lo llenaremos de agua. Removemos con una cucharilla larga y lo tomaremos bien frío.

¿Os apetece probar? 



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EL PLACER DE LOS SENTIDOS por AURORA AUDENIS se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Publicado por la revista SIRIA MAGAZINE

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