viernes, 21 de febrero de 2014

LO QUE EL DÍA DEBE A LA NOCHE de Yasmina Khadra

Mi padre era feliz.

No me parecía capaz de ello.

A ratos me turbaba su semblante ya libre de angustias.

De cuclillas sobre un montículo de pedruscos, con los brazos rodeándole las rodillas, miraba la brisa abrazar la esbeltez de los tallos, tumbarse encima, revolverlos febrilmente. Los trigales ondeaban como la crin de miles de caballos galopando por la llanura. Era una visión idéntica a la que ofrece la mar cuando el oleaje la engorda. Y mi padre sonreía. No recuerdo haberlo visto sonreír; no tenía por costumbre traslucir su satisfacción -¿acaso la sentiría?. Endurecido por las pruebas, con permanente mirada de acosado, su vida no pasaba de ser una interminable retahíla de desengaños; no se fiaba un pelo de lo que le reservaba un porvenir desleal e inasible.

Que yo sepa, no tenía amigos.



En este libro Yasmina Khadra relata, en primera persona, una historia torrencial, apasionada y dolorosa que se despliega desde 1930 hasta el presente y que constituye una valerosa defensa de la doble cultura francoargelina, entre Occidente y el Islam, que , tanto de una parte como de otra, la historia ha olvidado tantas veces.
 
Su protagonista Younes tiene nueve años cuando su padre, arruinado por un especulador, pierde todas sus tierras. Resuelve confiar el niño a su hermano, un farmaceútico integrado en la comunidad occidental de Orán. Es un sacrificio enorme que hace que acabe perdiendo el respeto por sí mismo. Los ojos azules de Younes y su aspecto angelical ayudan al chico a ser aceptado por la clase acomodada de la población.

(...) Mi tío tenía una gran cultura, era un erudito y un sabio. recuerdo la mirada que me dirigía al cerrar sus cuadernos; era una mirada sublime, de enternecedora y chispeante inteligencia. "Me gustaría que mis escritos quedasen para las generaciones venideras", me dijo. "Ésa será tu parte de posteridad", me pareció oportuno contestarle para halagarlo. Se le contrajeron los rasgos. Replicó: "La posteridad nunca ha vuelto las tumbas más cómodas. Su único mérito está en aplacar nuestro miedo a la muerte, ya que nuestra inexorable finitud no conoce mejor terapia que la ilusión de una buena eternidad... Pese a ello, hay otra a la que tengo apego: la memoria de una nación ilustrada. Es la única posteridad con la que sueño".

Su nombre ahora es Jonás, y crece entre jóvenes colonos de los que se hace amigo inseparable.

(...) André invitó a toda la juventud de Río Salado a la inauguración de su bar. Nadie hubiese imaginado al hijo de Jaime J. Sosa en aquel lugar. Lo suyo era verlo muy tieso dentro de sus botas de feudal, con la fusta pegada a la pierna, dando órdenes cuando no patadas en el culo a los temporeros y decidido a quedarse con el Olimpo para sí solo...

Descubrirá con ellos las alegrías de una existencia privilegiada que ni la segunda guerra mundial ni las convulsiones de un nacionalismo árabe en plena expansión pueden perturbar. 

(...) La primera vez que la vi, estaba sentada en la puerta cochera de nuestra farmacia, oculta bajo la capucha de su abrigo, triturando con sus dedos los cordones de sus botines. Era una niña preciosa con ojos timoratos de color carbón. De buena gana la habría tomado por un ángel caído del cielo si su carita, de una palidez marmórea, no hubiese llevado la huella de una enfermedad fea.

Hasta el día en que llega a la ciudad Émilie, una joven fascinante que se convertirá en objeto de deseo de todos ellos y que pondrá a prueba la complicidad fraternal de los cuatro amigos, divididos entre la lealtad, el egoísmo y el rencor que la guerra de la Independencia agrava.

 (...) Si quieres convertir tu vida en eslabón de eternidad y permanecer lúcido hasta en el corazón del delirio, ama... Ama con todas tus fuerzas, ama como si no supieras hacer otra cosa, ama hasta encelar a príncipes y dioses... pues sólo en el amor la fealdad embellece.

Lo que el día debe a la noche
Yasmina Khadra
Ediciones Austral


YASMINA KHADRA
Seúdónimo de Mohammed Moulessehoul (1955), un ex comandante del ejército argelino que adoptó este sobrenombre para poder escribir desde dentro contra las injusticias cometidas en su país por los círculos del poder político y militar.

Khadra reveló su secreto en una de sus novelas, El escritor.

Ha publicado más de una veintena de obras y ha sido traducido a treinta idiomas.

Actualmente reside en Francia y es un autor universalmente conocido.

Novelas

Doble blanco (2001)

Los corderos del señor (2002)

Lo que sueñan los lobos (2004)

Las golondrinas de Kabul (2006)

Trilogía de Argel (2009)

La ecuación de la vida (2012)

Los ángeles mueren por nuestras heridas (2013)

Los cuatro puntos orientales (2013)

 

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