jueves, 26 de diciembre de 2013

POETAS ANDALUSÍES



AL-BATHALIUSI (Al-Batalyawsî)

Abû Muhammad ‘Alî ibn al-Sîd al-Batalyawsî.  
Poeta y filósofo.
Nació, como su nombre indica, en Badajoz en el año 1052.
Murió en 1127.
 
Vino al mundo durante el reinado del tercer rey de la breve dinastía de los Banû al-Aftas al-Muzalfar, que tanto hicieron florecer las letras en aquella corte, hasta el punto que el propio príncipe las cultivó con singular destreza.

Con motivo de la atmósfera de violencia que se respiraba en la corte, debido a la lucha con el vecino reino de Sevilla y a las continuas presiones del rey castellano Fernando I, se trasladaría a la corte granadina de ‘Abd al-Mâlik ibn Razîn. Saldría de las brasas para meterse en el fuego.

Pronto se acercaría la plaga de la guerra al reino de Granada: primero en conflicto con los cristianos del Cid, después contra los almorávides de Yûsuf, que finalmente se apoderarían de la ciudad en 1103. Previniendo la hecatombe, nuestro autor huyó a Toledo, capital de la marca de Al-Mussât, poniéndose a las órdenes de su rey Al-Ma’mûn. Más tarde, se trasladaría a Zaragoza, una de las capitales más importantes de Al-Ksark, y donde sostuvo agrias polémicas gramaticales y dialécticas con Ibn Bâyya (Avempace) que expondría en su obra El Libro de las cuestiones (Kitâb al-Masâiil). Por aquel mismo año se dio la batalla de Valtierra, que ganaría Alfonso VI, el batallador, perdiendo en ella la vida Al-Musta’in, rey de Zaragoza, cayendo la marca ocho años más tarde en poder de los cristianos.

Buscando refugio, Al-Batalyawsî se trasladó a Valencia, que estaba en manos de los almorávides al igual que Al-Andalus, dedicándose a redactar sus obras y a impartir lecciones a sus numerosos discípulos.

Quizás su trabajo más importante sea el Libro de los cercos (Kitâb al-Hadâ’ik), que es un manual para que el profano pueda iniciarse en la doctrina de los filósofos. Se trata del primer intento de armonizar el conocimiento  islámico con el pensamiento griego: Aristóteles y Platón. Se compone de siete capítulos, dedicando los seis primeros a las tesis de los filósofos islámicos, mientras que el último trata de la inmortalidad del alma. Entre otros temas, aborda el problema del origen del mundo, de los atributos de Allah (s.w.t), etc. De lo difundida que sería la obra nos habla el hecho de que fuera traducida al hebreo por Mosé b. Tibbón (1240-1283). Existe una edición y traducción castellana, realizada por Asín Palacios en la revista Al-Andalus, V (1940).

Su producción poética y filosófica fue extensísima, sobresaliendo, al margen de la obra ya citada, el Libro de la Improvisación (comentario a los poemas de Al-Mutanabbî), y el Libro de los Nombres.



(Abû-l-Baqâ’Salah al-Rondî)

Poeta.
Nació en Ronda en el siglo XIII.
Es famoso por su Qasîdah, en la que, con motivo de la caída de las ciudades andaluzas de Córdoba y Sevilla en poder del ejército invasor de Fernando III, profetizaba en bellos versos el cercano derrumbamiento de la soberanía andalusí. He aquí un fragmento de esta elegía, traducida por Varela:

Cuanto sube hasta la cima
desciende pronto abatido
a lo profundo.
¡Ay de aquél que en algo estima
el bien caduco mentido
de este mundo!
En todo terreno ser
sólo permanece y dura
el mudar.
Lo que hoy es dicha o placer
será mañana amargura
y pesar.
Es la vida transitoria
un caminar sin reposo
al olvido;
plazo breve a toda gloria
tiene el tiempo presuroso
concedido.
…………..

¿Qué es de Valencia y sus huertos?
¿Y Murcia y játiva hermosas?
 ¿Y Jaén?
¿Qué es de Córdoba en el día,
donde las ciencias hallaban
noble asiento,
do las artes a porfía
por su gloria se afanaban?
¿Y Sevilla? ¿Y la ribera
que el Betis fecundo baña
tan florida?

La fama y popularidad que alcanzó esta qasîdah originó el que posteriormente se le añadieran estrofas para lamentar la pérdida de otras ciudades, sobre todo en el reino de Granada.
Juan de Varela tradujo esta elegía y señaló sus semejanzas con las coplas de Jorge Manrique, lo cual no nos debe de extrañar, ya que Varela utilizó para traducir el poema de nuestro autor el método de pie quebrado empleado por Jorge Manrique; por lo demás, no tenemos conocimiento de que éste hablara árabe, por lo que cualquier sospecha de plagio debe ser desechada. A pesar de todo ello, siempre existirán coincidencias de intención y emoción en poemas que tratan sobre la fugacidad de la vida humana y de las cosas terrenales.


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