La historia comienza con la rivalidad entre el Dios del Sueño y el Dios de la Tormenta.
El Sueño,
cuentan, era el padre y origen de todos los sueños. Un día decidió ayudar a
unos marineros que estaban siendo atacados por el Dios de la Tormenta, haciendo
enfurecer gravemente a éste.
En un intento por escapar de su enfado, el Dios
del Sueño se dirigió para esconderse hacia una isla encantada en compañía de
sus hijos pero, molesto por su actuación, el Dios de la Tormenta invocó hacia
ellos un fuerte temporal que les obligó a desviar su camino hacia otra isla
desierta.
En ese lugar sombrío en donde ninguna planta o vida crecía, muchos de sus
hijos morían de tristeza. Además, el Dios de la Tormenta continuaba con
sus ataques contra ellos. No obstante, cuando llegaba la noche, la Diosa Luna iluminaba
brevemente toda la isla, y aprovechando esas pocas horas de ausencia de
tormenta el Dios del Sueño dejaba marchar a sus hijos durante un rato.
Cuenta
la leyenda que en esos momentos en que sus hijos corrían libres por todo el
mundo, éstos buscan gente dormida para hacer volar su imaginación.
Esta es,
según la leyenda árabe, la razón por la que existen toda clase de sueños, a los
que muchas veces nos aferramos intentando no despertarnos nunca.
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