lunes, 15 de junio de 2015

ANIMALES Y FARAONES. El reino animal en el antiguo Egipto (hasta el 23 de agosto en Caixaforum Madrid)


El escarabajo pelotero

Cuenta un mito egipcio que un principio solo existía la oscuridad en un gran océano primordial llamado Nun. Era tan poderoso, que desde sus entrañas hizo brotar una especie de huevo "cósmico" grande y brillante. Y, del interior de este, se creó y nombró a sí mismo el Sol, diciendo: "Al amanecer me llamo Khepri, al mediodía Re y al atardecer Atum". Entonces el astro se elevó sobre el horizonte tomando la forma de Re (Sol en su zénit) y al atardecer descendió para volver a ocultarse (en la forma de Atum) y recorrer el Mundo Subterráneo. Durante ese ciclo, no dejó de crear: nombró a Shu (el aire), a Tefnut (el agua), a Geb (la Tierra) y a Nut (el firmamento). Finalmente creó a Hapi (el río Nilo) y a toda la humanidad.

A partir de este mito, los antiguos egipcios creían que el Sol, cada día, continuaba realizando ese viaje de este a oeste en una barca y durante 24 horas. Después de las 12 horas del día, se introducía en la boca de la diosa del cielo Nut, para atravesar su cuerpo durante 12 horas más de oscuridad; en el trayecto de noche, luchaba contra la terrible serpiente Apofis, venciéndola y renaciendo cada mañana como un nuevo Sol.



KHEPRI, el sol al amanecer, fue representado bajo la forma de un escarabajo pelotero: los egipcios observaron que este insecto posaba sus huevos dentro de una bola de estiércol que empujaba pacientemente; escondía después la bola bajo tierra y, pasado cierto tiempo, de ella emergían las larvas, que se habían alimentado de la substancia orgánica de la pelota. En el antiguo Egipto se relacinó este nacimiento con el Sol de la mañana, y el escarabajo que empujaba la bola se entendió como la entidad divina que hacía emerger y rodar por el cielo al disco solar, hasta su ocaso al atardecer.


© Las leyendas bestiales del Egipto Faraónico. Caixaforum Madrid


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