viernes, 31 de octubre de 2014

NOCHE DE DIFUNTOS







Noche húmeda. El viento levanta las hojas del robledal y esparce el olor a cera por la comarca. El tintineo de una campanilla lejana resuena mientras los niños, con sus hábitos blancos, esparcen agua bendita.
La procesión avanza precedida de un perro esquelético, una cabra tiñosa y dos puercos. Esquivan los cruceros, los círculos marcados con la estrella de Salomón.
En la aldea se topan con una mujer que al ver a la comitiva corre a esconderse. Los perros aúllan y la campana de la vieja iglesia se balancea a merced del viento.
Llegan a casa del coadjutor. Les abre la puerta una vieja enjuta y apergaminada que corre a santiguarse.
Los niños la miran atónitos. Se deshacen de sus hábitos y dejan al descubierto los disfraces.
Con voz chillona increpan a la mujer: ¡Truco o trato!

 © Carmen Dorado Vedia

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