miércoles, 28 de mayo de 2014

IBN ZAMRAK / POEMA EPIGRÁFICO DE LA SALA DE DOS HERMANAS (S XIV)



Jardín yo soy que la belleza adorna:
sabrás mi ser si la hermosura miras.
Por Muhammad, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será o ha sido.
Obra sublime, la Fortuna quiere
que a todo monumento sobrepase.
¡Cuánto recreo aquí para los ojos!
Sus anhelos el noble aquí renueva.
Las Pléyades le sirven de amuletos;
la brisa lo defiende con su magia.
Sin par luce una cúpula brillante
de hermosuras patentes y escondidas.
Rendido le da Géminis la mano;
viene con ella a conversar la luna.
Incrustarse los astros allí quieren,
sin más girar en la celeste rueda,
y en ambos patios aguardar sumisos,
y servirle a porfía como esclavas.
No es maravilla que los astros yerren
y el señalado límite traspasen,
para servir a mi señor dispuestos,
que quien sirve al glorioso gloria alcanza.
El pórtico es tan bello, que el palacio
con la celeste bóveda compite.
Con tan bello tisú lo aderezaste,
que olvido pones del telar del Yemen.
¡Cuántos arcos se elevan en su cima,
sobre columnas por la luz ornadas,
como esferas celestes que voltean
sobre el pilar luciente de la aurora!
Las columnas en todo son tan bellas,
que en lengua corredera anda su fama:
lanza el mármol su clara luz que invade
la negra esquina que tiznó la sombra;
irisan sus reflejos, y dirías
son, a pesar de su tamaño, perlas.
Jamás vimos alcázar más excelso,
de contornos más claros y espaciosos.
Jamás vimos jardín más floreciente,
de cosecha más dulce y más aroma.
Por permisión del rey de la hermosura
paga, doble, el impuesto en dos monedas,
pues si al alba el céfiro en las manos
deja dracmas de luz, que bastarían,
tira luego en lo espeso, entre los troncos,
doblas de oro de sol, que lo engalanan.
Le enlaza el parentesco a la victoria:
sólo al del Rey este linaje cede.



Ibn Zamrak, «el último gran poeta andalusí que conoció la Alhambra concluida y disfrutó de la contemplación de los palacios y alcazabas», se dan cita en numerosos lugares; aún así, con frecuencia olvidamos en qué medida el trazado de sus versos habita esa selva prodigiosa y única de la piedra viva, de la piedra que habla, como en un deshacimiento de muros. Nos permitimos por ello reproducirlos una vez más.

En Antología de la poesía árabe andalusí, Manuel Francisco Reina ed., traducciones de Teresa Garulo, Miguel José Hagerty y Muhsin al-Ramli. Editorial Edaf, Madrid 2007.

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