lunes, 17 de febrero de 2014

LA SIRIA CRISTIANA

Los dioses se reunieron, decididos a encontrar una solución. Llevaban años luchando cada uno con sus poderes contra la malvada diosa Tiamat. Las guerras no paraban, la sequía duraba ya siete años, los incendios y las enfermedades no cesaban y nada se podía hacer para calmar a la diosa. Había que tomar una decisión y los dioses eligieron a uno de entre ellos, un dios joven y fuerte para combatirla; ese fue Marduk, el cual aceptó con la condición de que, una vez derrotada, él se convertiría en el dios supremo del panteón. Los otros dioses aceptaron. Marduk derrotó a Tiamat y con su cuerpo creó el cielo, la tierra, los astros, las nubes y los mares.

Esta narración corresponde al Poema Babilónico de la Creación o "Génesis Babilónico", y es como imaginaron los habitantes de Mesopotamia, el principio de los tiempos.

La Siria Cristiana, un ejemplo de respeto entre creencias

En Siria empezó a formarse la civilización. Fue la tierra donde las religiones se desarrollaron y se fueron nutriendo con la sabiduría de la gente que les fue impuesta por el tiempo, la observación y el miedo a lo desconocido, de la misma forma que nos legaron el alfabeto, la primera nota musical, la rueda y muchas herramientas. 

Fue necesario el intelecto de la gente que habitó en Siria, a lo largo de miles de años, para llegar al presente. La religión constituyó uno de estos pilares fundamentales.

Cuando hablamos del cristianismo no podemos dejar de fijarnos en Siria, la tierra donde muchos santos fueron enterrados (San Juan Bautista, Ananías, Zacarías...) o donde San Pablo, el artífice de llevar esta religión por todo el Imperio Romano, se convirtió cerca de Damasco. ¿Es una casualidad? No, no lo es, porque Siria fue su tierra y la gente de esta tierra en su inmensa mayoría fueron cristianos, como queda demostrado con la gran cantidad de monasterios, iglesias y ermitas que se encuentran a lo largo y ancho de la geografía de Siria, como testigos de lo que fue el cristianismo, pero también de lo que es ahora.

En pocos lugares del mundo como en Siria existen todas las variantes y doctrinas del cristianismo ya que aquí encontramos católicos, ortodoxos, siríacos, caldeos, asirios, etc., a todo ello hay que añadir que es el único país donde todavía se habla el idioma de Jesús, el arameo. Por tanto, cuando se habla de Tierra Santa, también hemos de tener siempre presente la tierra de Siria, porque fue desde aquí desde donde el cristianismo se expandió al mundo.

En efecto, no sólo se encuentran las iglesias y los monasterios más antiguos del cristianismo, sino también las catacumbas o cuevas donde se escondían los primeros cristianos para realizar sus cultos y elaborar su vino, lejos de la persecución de los romanos y judíos radicales.

Siria fue, pues, el trampolín de esta religión, y también de la musulmana porque la cultura, siempre comprende y desarrolla aquello que cree beneficioso para la humanidad, mientras la barbarie busca la destrucción de todo lo que sea diferente, por miedo, ignorancia y soberbia.

Sin embargo, el cristianismo en Siria parece que es algo más flexible que en otras partes, ya que, a pesar de seguir las ordenanzas dictadas desde Roma, los católicos sirios pueden ser ordenados sacerdotes, con un permiso oficial, aún estando casados. Incluso después de ser ordenados como sacerdotes podrían llegar a contraer matrimonio. La autoridad máxima de cada provincia tiene en sus manos estos permisos. Es una muestra de la idiosincrasia de la Iglesia más antigua del mundo.

Muchos de estos monasterios fueron destruidos por las guerras o por el abandono, que hizo mella en ellos; en la actualidad había muchos trabajos de restauración que contaban con el apoyo del gobierno sirio, de misiones extranjeras (Italia, Francia, etc.) y de generosos mecenas privados. Pero lo más importante, aparte del testimonio arqueológico y artístico que suponen, son las actividades que se practicaban, como era el caso del monasterio de San Jacobo que pidió a Dios la unión de los fieles sin importar sus doctrinas. Los monjes y monjas trabajaban tenazmente para lograr este fin. 

Tampoco podemos olvidar el monasterio de San Musa el Etíope en el cual se estudiaban todas las religiones y trabajaban junto monjes y monjas con el apoyo de musulmanes. En este lugar se impartían ciclos de conferencias donde participaban religiosos cristianos (católicos, ortodoxos, orientales, occidentales...), musulmanes o laicos... todos ellos en busca de puntos de encuentro, porque hay muchos más puntos de encuentro que de separación. El problema es que casi nunca queremos verlos.

Siria fue protagonista a lo largo de la historia del cristianismo y de la humanidad, y hasta que empezó el conflicto seguía siendo un ejemplo que se podía haber trasladado al mundo. 

El pasado, el presente y el futuro, caben en un instante, solo nos hace falta reflexionar y no tratar de juzgar y mucho menos condenar. Dios envió mensajeros pero ninguno con el poder para juzgar, ni siquiera otorgó ese poder a sus profetas.

¿Cómo nos podemos creer con autoridad para condenar al prójimo y decidir repudiarlo si no profesa nuestra fe? 










Texto de Adonis Rahmouni para Siria Magazine
Fotografías: A.R.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario