Ayer fallecía el actor británico Peter O'Toole. Conocido por su fabulosa interpretación del T.E. Lawrence en la popular película Lawrence de Arabia. Película dirigida por David Lean. Con una fotografía magnífica y una banda sonora fabulosa, recorre los paisajes del Wadi Rum en Jordania. Aunque la mayoría fue rodada en España y en Marruecos. En parte, a esa película le debo mi afición e interés por Oriente Próximo.
Os dejo el argumento:
En 1935, T. E. Lawrence (Peter O'Toole), muere en un accidente montando su motocicleta, al tratar de esquivar a unos ciclistas. Después de su funeral en la catedral de San Pablo,
un periodista trata de obtener opiniones sobre aquel notable y
enigmático hombre entre los asistentes que lo conocieron, con pocos
resultados.
En 1916, durante la Primera Guerra Mundial, el entonces teniente Lawrence, miembro del Arab Bureau (inteligencia británica) destinado en El Cairo,
era conocido por su carácter inadaptado, su velada insolencia ante sus
superiores, y por sus amplios conocimientos, incluida la cultura árabe,
en especial sobre el pueblo beduino.
Es enviado en misión diplomática, por el funcionario Mr. Dryden (Claude Rains) del Arab Bureau, para contactar al príncipe Faysal (Alec Guinness), que se encontraba en guerra con el Imperio Otomano que ocupaba sus tierras, entonces aliado del Imperio Alemán.
Con el grado de capitán, Lawrence emprende un largo viaje a través
del desierto, en busca del campamento del príncipe Faysal, acompañado de
un guía beduíno, Tafas (Zia Mohyeddin). En el trayecto se detienen junto a un pozo de agua para descansar y reaprovisionarse. Allí son sorprendidos por el Jerife Alí (Omar Sharif),
un noble del clan de los Harish; que mata al guía, ante la sorpresa de
Lawrence, por beber de su pozo sin autorización. El jerife le pregunta a
dónde se dirige, y Lawrence le responde que buscaba el campamento del
príncipe Faysal. Después de una discusión, Lawrence continúa su viaje
solo.
Al cruzar un barranco, es sorprendido por el coronel británico Harry Brighton (Anthony Quayle),
estacionado en el campamento del príncipe Faysal como consejero
militar. El coronel ya estaba enterado de su llegada y le aconseja a
Lawrence que guarde silencio, haga su evaluación y se marche. Siguen su
camino y al llegar al campamento son testigos de un ataque aéreo de la
aviación militar turca, que deja muchos muertos, ante la impotencia del
príncipe para responder el ataque. Ya había perdido muchos de sus
guerreros en un ataque frustrado a la ciudad de Medina.
Más tarde, ya presentados y con el jerife Alí presente, Lawrence y el
príncipe Faysal simpatizan, al demostrar Lawrence sus conocimientos y
su forma de pensar. Las advertencias del coronel Brighton caen en el
vacío. Sin embargo, el coronel aconseja al príncipe Faysal la retirada,
para evitar mayores derrotas. El príncipe cree que si la armada
británica atacara Áqaba y lo abasteciera con armas, la situación
cambiaría a su favor. El coronel Brighton duda de que el gobierno
británico ordene a su armada un ataque a Áqaba, cuando la guerra en
Europa arrecia.
Lawrence piensa diferente y cree en un ataque sorpresa a la
guarnición turca en el puerto de Áqaba, sabiendo que la artillería de
costa está emplazada apuntando hacia el Golfo de Aqaba,
y que las defensas hacia tierra adentro son débiles. Más tarde, le
propone al príncipe Faysal realizar una expedición militar. Si logran
conquistar Áqaba, ello significaría contar con un puerto de
abastecimiento británico, muy importante para continuar la guerra. Le
pide 50 de sus guerreros, comandados por el jerife Alí. Tendrán que
cruzar el desierto de Nefud, considerado impasable por los mismos
beduínos. Si lo logran, muchos guerreros más se les unirán. El príncipe
aprueba su plan, y emprende una retirada estratégica fuera del alcance
de los turcos. En el camino, dos desharrapados adolescentes se acercan a
Lawrence para ofrecer sus servicios como criados. Él los rechaza.
Se organiza la expedición a Áqaba y los expedicionarios parten
cantando himnos guerreros. Sin que lo hayan notado, los mismos
adolescentes que habían ofrecido sus servicios a Lawrece, Daud (John Dimech) y Farraj (Michel Ray),
los siguen. En un descanso en un oasis, ambos tratan de acercarse al
agua, pero son sorprendidos por uno de los expedicionarios, Gasim (I. S. Johar). Finalmente y sin alternativa, Lawrence los acepta a su servicio.
Llegan al desierto de Nefud y el jerife Alí organiza la travesía,
descansando de día y marchando de noche para evitar el sol ardiente.
Conocedor de los peligros de marchar por el desierto, el jerife mantiene
un ojo puesto en Lawrence, quien efectivamente se queda dormido
montando su camello. Logran cruzar el desierto, sin embargo, Gasim cae
agotado durante la noche, sin ser notado por los demás hasta cuando su
camello aparece sin jinete. Después de una discusión entre Lawrence y el
jerife, Lawrence regresa en busca de Gasim, lo encuentra y lo trae de
regreso. Por esta acción se gana el respeto de todos y la amistad del
jerife Alí.
En una conversación, el jerife le sugiere que cambie su nombre a Al Lawrence,
como una forma de identificarse con los beduínos. En un principio
Lawrence se niega y le cuenta al jerife su historia familiar y su origen
como hijo ilegítimo de Sir Thomas Chapman. El jerife lo comprende, e
insiste en que tome un nuevo nombre. Lawrence acepta y se duerme
agotado.
El jerife quema su uniforme, y al día siguiente lo reemplaza por ropaje beduíno. El nuevo Al Lawrence
decide dar un paseo montado en su camello, vestido en sus nuevas ropas.
Estando solo, comienza a correr haciendo flamear su ropas cuando
repentinamente se encuentra con la mirada de un jinete beduíno que lo
observa con curiosidad. Se trataba de Auda abu Tayi (Anthony Quinn),
el jefe del poderoso clan Howeitat, acompañado de su hijo. Auda dice
que la gente que está en su pozo, está robando su agua y se marcha a
enfrentarlos. Lawrence teme que estalle una pelea sangrienta entre los
dos jefes, y se apresura a correr tras ellos.
Efectivamente, después de un intercambio de duras palabras entre Auda
y Alí, este último presenta a Lawrence como amigo del príncipe Faysal,
cambiando la actitud de Auda. Finalmente Auda los invita a su campamento
para cenar. Esa noche, Lawrence y Alí logran convencer a Auda de unirse
a ellos en el ataque a Áqaba, sabiendo Lawrence que Auda recibe un pago
por no oponerse a los turcos. Lawrence lo manipula hasta lograr que
Auda se les una en el ataque «por que así le place».
Ya acampados a algunos kilómetros de Áqaba, una noche ocurre una
disputa entre miembros de los dos clanes, y uno de ellos muere. Ambos
clanes se separan y los Howeitat exigen venganza, lo que desataría un
baño de sangre. Todo el proyecto parece terminar allí, pero Lawrence
interviene y decide actuar de juez y verdugo, y de esta forma terminar
con la disputa. El responsable es llevado ante él para recibir su
castigo, y con sorpresa ve que se trata de Gasim, aquel guerrero a quien
le había salvado la vida en el desierto de Nafud. Lawrence vacía su
revólver en el cuerpo de Gasim, para luego abandonar el lugar muy
perturbado.
A la mañana siguiente, ambos clanes se lanzan al ataque de Áqaba y la
conquistan. Lawrence intenta comunicarse por telégrafo con El Cairo,
pero Auda lo había destrozado, enfurecido al no encontrar un tesoro en
oro, del cual Lawrence le había hablado. Éste, para calmar a Auda, le
promete una gran cantidad de guineas de oro e improvisa un pagaré que
firma en nombre del rey de Inglaterra. Acto seguido avisa que sigue
viaje a El Cairo, cruzando esta vez la Península del Sinaí, llevando la noticia de la caída de Áqaba a sus superiores, acompañado de Daud y Farraj.
El viaje es penoso y en medio de una tormenta Daud cae en un pozo de
arenas movedizas y muere, dejando en el desconsuelo a Lawrence y a
Farraj. Finalmente llegan al canal de Suez
y son vistos y recogidos por militares británicos, que los dejan en las
puertas del comando en El Cairo. Lawrence lleva al asustado Farraj
hasta el casino de oficiales, provocando un tumulto entre sus camaradas
por su apariencia sucia y harapienta. Pronto aparece un oficial, que
resulta ser nada menos que el coronel Brighton. Lawrence le dice que han
capturado Áqaba.
Brighton lo lleva inmediatamente ante el nuevo comandante general, Lord Edmund Allenby (Jack Hawkins).
Juntos regresan al club de oficiales y en presencia de todos los
oficiales, el general promete todo lo que Lawrence le pide: armas,
instructores, dinero, carros blindados, e incluso cañones, para armar a
las tropas beduínas, luego se marcha del lugar. Lawrence queda solo,
rodeado de sus compañeros de armas, que estallan en vítores y
felicitaciones por la increíble hazaña realizada.
Más tarde, en privado, ante la presencia del coronel Brighton y el
funcionario Dryden, el general Allenby lo asciende a teniente coronel.
Lawrence rechaza el ascenso, pero el general dice que es una decisión
suya e incuestionable. Lawrence quiere una confirmación sobre los
rumores que corren sobre los intereses británicos, que solo buscan
reemplazar al Imperio Turco en sus tierras. El general niega los
rumores.
Unos meses después, un periodista estadounidense, Jackson Bentley (Arthur Kennedy)
visita Áqaba, donde se encuentra el príncipe Faysal y consigue
entrevistarlo. El príncipe, sagazmente, lo informa de la situación, al
mismo tiempo que consigue averiguar cuales son los motivos de la
presencia de Bentley en sus dominios. El periodista busca un «héroe»
para sus lectores en Estados Unidos, que están a favor de la
incorporación de su país a la Primera Guerra Mundial. El príncipe Faysal
le dice que, efectivamente, Lawrence es el «héroe» que busca.
Un tiempo después, Bentley se incorpora a las tropas irregulares
beduínas, y comienza a reportear sobre sus acciones militares. Armados
con fusiles y ametralladoras nuevas, pero sin artillería, los beduínos
emboscan principalmente los trenes turcos en medio del desierto, matando
a los pasajeros y saqueando todo lo que encuentran. El mando estaba a
cargo de Lawrence, pero las tropas le obedecían a Auda ibu Tayi. Después
de cada ataque, los guerreros beduínos abandonaban el lugar, no sin
antes agradecer y vitorear a Lawrence por el botín conseguido. También
participaban en las acciones el coronel Brighton a cargo de un coche
blindado, el jerife Alí, y Farraj, como experto en explosivos.
En una de las emboscadas, un oficial turco malherido, comienza a
dispararle a Lawrence, hiriéndolo en un brazo. Auda lo sorprende y lo
decapita con su sable. Todo es registrado por Bentley, que logra hacer
famoso a su héroe Lawrence. Antes de marcharse, Bentley entrevista a Lawrence y le hace dos preguntas: «¿Que esperan conseguir los beduínos de la guerra?», y «¿porqué le gusta a Lawrence el desierto»?. Las respuestas: «Esperan conseguir su libertad, y yo voy a dársela», y «el desierto es limpio».
El invierno se aproxima y Auda busca un botín honorable antes
de retirarse. Éste le llega en forma de un tren de transporte de
caballos. Después de la emboscada, Auda obtiene un hermoso ejemplar y
una numerosa caballada. Auda se retira satisfecho, dejando a Lawrence
con el jerife Alí y 20 guerreros para seguir la guerra. El coronel
Brighton regresa a El Cairo con los coches blindados.
Lawrence y el jerife Alí continúan con las emboscadas a los trenes
turcos, pero por un descuido, Farraj queda malherido al perder un
detonador entre sus ropas. Lawrence se ve obligado a matarlo, para que
no caiga en manos turcas, que lo torturarían hasta la muerte.
Más tarde, afectado por una crisis nerviosa, discute con Alí y decide ir a explorar la ciudad de Daraa, ubicada a solo 100 kilómetros de Damasco. El fiel jerife lo acompaña. Ambos hombres son detenidos por una patrulla comandada por un sargento turco (Fernando Sancho), que andaba en busca de hombres para el bey de la ciudad (José Ferrer).
El sargento despide a Alí y se lleva a Lawrence ante la presencia del
bey. Allí es seleccionado, semidesnudado y acariciado por el gobernador
turco. Lawrence, al ver la lujuria en sus ojos, lo golpea en el
estómago. El bey se recupera y ordena azotarlo. Pasan las horas, y el
jerife Alí espera inquieto en las cercanías del cuartel. Finalmente, se
abre una puerta y el cuerpo de Lawrence va a dar al lodo del callejón.
Alí lo recoge y lo lleva de vuelta con los suyos.
Después de pasar unos días en un estado de perturbación, Lawrence se
recupera y le comunica a Alí que abandona la campaña, que él quiere
llevar una vida normal, porque quiere ser una persona ordinaria y no una
persona excepcional. Le pide al jerife que se haga cargo del resto del
grupo de guerreros. «Confíen solo en su propia gente», les dice a todos.
Ya en El Cairo, Lawrence es llamado a una entrevista con el general
Allenby. Al entrar a su despacho se encuentra con el príncipe Faysal, el
general Allenby, el coronel Brighton, y el funcionario Dreyden. El
príncipe lo saluda con afecto y se retira expresando «su preocupación por el tratado». Lawrence pregunta de que tratado se hablaba. Dreyden le explica el acuerdo Sykes-Picot,
que consideraba el reparto entre Inglaterra y Francia, del Imperio
Otomano, incluida Arabia, después de la guerra; y luego se retira. El
general Allenby le dice a Lawrence que lo necesita para su próxima
ofensiva contra Damasco, lo que provoca la rabia de Lawrence, que ya no
quiere saber nada de la guerra. Finalmente, acepta, pero pide mucho
dinero para poder formar nuevamente un ejército beduíno. El general
Allenby accede.
Lawrence reúne nuevamente al jerife Alí y a Auda ibu Tayi. Al llegar
al punto de reunión, se les une nuevamente el periodista Bentley. El
jerife Alí nota que Lawrence está rodeado de dudosos personajes a los
cuales Lawrence llama sus guardaespaldas, en realidad, asesinos a sueldo.
La ofensiva a Damasco continúa y las tropas turcas se retiran en
desorden. En su camino hacia la ciudad, las tropas beduínas llegan a un
pueblo arrasado por una brigada de soldados turcos en retirada, quienes
han asesinado a todos sus habitantes, incluyendo mujeres y niños. Uno de
los guerreros se lanza al galope con su sable en alto contra los
soldados turcos, y es acribillado por ellos, provocando la ira y el
deseo de venganza del resto. Era el pueblo del jinete asesinado. Poco a
poco, los guerreros beduínos se van lanzando al ataque, y finalmente
Lawrence ordena a todos a atacar «sin tomar prisioneros», lo que
provoca un ataque en masa y una masacre general, a la cual se suma, sin
control sobre sus acciones. Finalmente, la columna beduína sigue su
camino a Damasco, dejando atrás a miles de soldados turcos muertos.
Llegan a Damasco, dos días antes que las tropas del general Allenby.
Lawrence reúne a todos los jefes tribales y les anuncia que ahora son
parte del Concejo Árabe, una forma de gobierno, en la cual las
distintas tribus se harán cargo del funcionamiento de Damasco. Esto es
una tarea imposible, principalmente por desconocimiento técnico, y
pronto la ciudad comienza a decaer.
El general Allenby, ya instalado en Damasco, deja que las
circunstancias continúen, sin intervenir. Llegado el momento, todos los
jefes beduínos, incluidos el jerife Alí y Auda ibu Tayi, comienzan a
abandonar la ciudad, y con ellos el sueño de un estado árabe. El general
Allenby asume el control de la ciudad, y todo queda bajo el poder
británico.
En una última reunión, con la presencia del príncipe Faysal, el
general Allenby, Brighton y Dreyden, un desencantado Lawrence es
promovido a coronel. Al preguntar porqué, el general Allenby le contesta
que de esa manera obtendrá un camarote propio en su viaje de regreso a
Inglaterra.
La última escena muestra a Lawrence conducido en un vehículo militar, camino a casa.
Descanse en paz
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