Las rocas negras (piedra basáltica)
empleadas para su construcción confieren
a toda la región una gran originalidad.
Su economía, bajo peso (por su
estructura porosa) y su resistencia han contribuido a que sus monumentos en un
estado de conservación admirable.
Entrada a la ciudad
Actualmente llamada Bab al-Hawa, es el primer monumento arqueológico
que recibe al visitante proveniente de Der’a. Se remonta al siglo II d.C.,
cuando se empedró el camino de Bosra a Der’a, y es posterior a la construcción
de la muralla occidental de la ciudad.
Es una entrada elevada y su apertura
interior alcanza los cinco metros de ancho, aunque la anchura total de la
fachada es de casi once metros.
La entrada está cubierta de una
techumbre de piedras en forma de arco. Las dos fachadas (interior y exterior)
están adornadas con dos arcos, uno dispuesto sobre el otro. Las piedras de
estos dos arcos están talladas en forma de friso de decoración sencilla que se
extiende a los dos lados de ambas fachadas.
Dos pilares sobresalientes decoran la
fachada exterior. En medio de ellos hay un mihrab sobre el que se sitúa un
frontón de forma piramidal según el modelo griego con influencias orientales.
En el interior de la torre sur de la
entrada se descubrió una base que lleva el nombre de un gobernador de la
provincia árabe que hasta entonces era desconocido. También se descubrió una
plaza empedrada con basalto por la parte exterior.
El mercado subterráneo
Uno de los más importantes
descubrimientos efectuado por la Dirección
General de Antigüedades y Museo de Siria fue el del mercado
subterráneo que se extiende a lo largo de unos ciento seis metros de largo por
cinco de ancho, y que se sitúa al norte de la vía recta.
Este descubrimiento ayudó a concretar
la posición de la plaza central de la ciudad en su época de florecimiento.
El mercado guarda cierta similitud con
los de la época romana y se considera como uno de los más grandes y más largos.
Las excavaciones arqueológicas sobre
este período han proporcionado informaciones de carácter científico sobre el
desarrollo de la arquitectura y el origen de las ciudades, y afirman que la
ciudad de Bosra contiene ocultos tesoros arqueológicos que requieren cuidados y
un mayor interés.
El visitante, antes de llegar al
mercado, encuentra restos de cuatro pilares que estaban adornando una plaza,
casi redonda, que había en la intersección de las dos calles principales.
Hasta ahora no se ha completado el
descubrimiento de todas las partes de este edificio perteneciente al siglo II
después de Cristo. La iluminación del mismo se conseguía gracias a treinta y
cuatro ventanas abiertas en el muro sur. En el muro norte se abrían seis
puertas de entrada a las que se accedía por la plaza pública. Este muro está
decorado con nichos rectangulares.
Una vez limpio de escombros, su altura
alcanzó cuatro metros y medio. Se puede deducir la existencia de un piso alto
compuesto de una galería de columnas talladas de estilo ayyubí que da a la
parte norte por una amplia ventana. También podemos afirmar que el edificio
subterráneo se utilizó como almacén para las mercancías durante la noche.
El Arco de Triunfo
Al principio de la época romana, los
arcos de triunfo tenían una forma semejante a las puertas de las ciudades. En
la época helenística, sin embargo, no se conocían. Ante ellos se ofrecían los
sacrificios a los dioses, sin cuya realización, un general no podía entrar en
la ciudad. De esta forma, los arcos de triunfo fueron construidos en todas las
ciudades importantes para simbolizar el regreso de los ejércitos victoriosos.
Normalmente se realizan al lado de la plaza pública. Los habitantes de Bosra lo
llamaron Bab al-Qandil y su historia se remonta al siglo III
después de Cristo.
Se conserva la fachada norte, pero no
la sur, destruida por el paso del tiempo.
La construcción se compone de tres
arcos, siendo el más alto el del centro, cuya altura es de trece metros. En un
pilar de la cara occidental aparece una escritura latina que indica que fue
realizado para conmemorar la victoria de Julio Juliano, general de la primera
legión pártica perteneciente a Filipo el árabe. El arco se comunica con el
teatro de Bosra por la calle que va hacia el sur.
Los trabajos arqueológicos
descubrieron el pavimento de las calles y bases de columnas talladas de
decoración ayyubí realizadas en piedra caliza.
Los baños
Los baños tuvieron gran importancia en
la vida social de los habitantes de la ciudad en época romana. En ellos se
practicaban ejercicios deportivos, después, las personas que acudían a ellos se
relajaban y tomaban majares que ofrecían los empleados del baño.
Entre las clases privilegiadas de la
ciudad proliferaron los baños privados, sin embargo, esto no disminuyó las
visitas a los baños públicos, que siempre fueron considerados como lugar para
hablar con los amigos, hacer negocios comerciales, discutir o, simplemente,
cambiar impresiones. Los baños disponían de todos los medios que aseguraban al
usuario el ejercicio, la limpieza, el agua abundante y el calor.
En Bosra había tres grandes baños
públicos, a pesar de que existían también baños privados en la mayoría de las
casas. El primero se construyó en el sur de la ciudad, entre el teatro y la vía
recta. Los restos de los baños centrales se encuentran al lado oeste de la
muralla.
Las casas modernas ocultan la mayor
parte de los baños del norte y se puede saltar a sus tejados desde las casas de
alrededor.
Antiguamente se accedía a ellos por la
calle recta, después de cruzar un patio elevado decorado con ocho columnas al
estilo ayyubí. Hoy se puede entrar por dos puertas principales que dan a una
sala amplia, preparada para desvestirse y guardar la ropa. Sus dimensiones son de quince por doce metros
y sus lados están decorados con cuatro nichos elevados en cada una de las
equinas y un amplio mihrab en las dos entradas. A través de esta sala se accede
al interior del baño.
En sus lados este y oeste hay dos
puertas que se abren a otras dos habitaciones de agua caliente y sus anexos.
Como es sabido, el bañista ha de recorrer una por una, todas estas salas.
Después de desnudarse ha de pasar a la sala fría, de ahí a la templada y
después a la caliente, donde abunda el vapor que facilita la transpiración, y
hay pilas y bañeras llenas de agua templada y caliente para los que quieran
meterse en ellas. Es costumbre que el bañista vuelva a tomar un baño frío antes
de salir al exterior.
Personal especializado ofrecía masajes
a quien lo solicitaba, y era posible cambiar la temperatura por medio de una
cadena con la que se abría o se cerraba la apertura del horno tapada por unos
escudos. De esta forma se elevaba el aire caliente y el vapor, calentando los
ladrillos, mientras que el agua entraba a presión a través de tubos de cerámica
por conducciones preparadas en las paredes que se han conservado hasta nuestros
días.
En 1993 se descubrió una sala de
descanso en la zona oriental, donde se repusieron 19 columnas de estilo jónico.
En nuestra visita las misiones
arqueológicas sirias continuaban sus operaciones de levantamiento y sondeo para
delimitar la situación definitiva de los baños, ahora suspendidas por el
conflicto.
Bab al-Hawa. Entrada a la ciudad |
Mercado Subterráneo |
Arco del Triunfo |
Arco del Triunfo |
Baños Públicos |
Baños Públicos |
Baños Públicos |
Textos:Los lugares arqueológicos de Bosra por Dureid Miqdad se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Fotografías por Carmen Dorado Vedia se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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