Ubicado en un edificio (no muy grande
para la magnitud de su contenido), rodeado de jardines, fuentes y estanques se
accede a él por la calle Shoukri al-Kouwatli.
Nada más acceder a sus jardines llama
la atención que algunas de las piezas más impresionantes están allí, al aire
libre, lo que hace de la visita un paseo agradable y relajante. Sarcófagos,
estatuas, capiteles, columnas, lápidas, puertas de piedra (muy llamativas) se
mezclan con árboles, arbustos y estanques.
La entrada principal al Museo es la fachada del palacio Al-Hir, construido por el califa omeya Icham ben Abdul Malek a
principios del siglo VIII. Se trata de una puerta principal rodeada de dos
torres semicilíndricas cuya ornamentación es muy variada (plantas, adornos
geométricos, escenas de cacería y figuras humanas). No es de extrañar que
aparecieran figuras humanas y de animales en los edificios públicos ya que
hasta mucho más tarde no fueron prohibidas tales representaciones.
Ya dentro, en el vestíbulo, vemos que
el Museo se divide en varias secciones: la Siria
antigua, la prehistoria, la época
clásica (griega, romana y bizantina), la
islámica y el arte moderno. De
las paredes cuelgan algunos cuadros (originales) que adornaban los salones del
palacio (escenas de caza, músicos, escenas mitológicas, etc.)
De las primeras salas que visitamos
nos llama la atención la estatua de Ornin. Original de la antigua Ciudad Mari
(III milenio antes de Cristo). Representa a una famosa cantante sentada sobre
un cojín de piel. Va vestida con un ancho pantalón de lana (conax) y tiene las
manos (en una postura casi imposible) sobre sus pechos en postura de oración.
Los ojos de la estatua son de nácar y rubíes. No se ha logrado conocer quién
fue el artista que labró esta estatua por el deterioro de la escritura que se
encuentra en la espalda de la misma. Otra de las estatuas que impresionan es la
de Iku-Shamagan (considerado e rey más antiguo de Mari). La estatua está
dedicada a Innana Zaza. Es de gran tamaño y se la considera la mayor del
período sumerio arcáico.
Otras estatuas del mismo período
llaman la atención del visitante por sus ojos. Realizados en lapislázuli, uno
está orientado hacia arriba (se supone que al cielo) y otro hacia abajo (la
tierra). Sus cabezas aparecen afeitadas. Sus manos pegadas al pecho en actitud
orante (en una postura imposible) y vestidos con largas faldas de lana. Todas
ellas tienen en la parte posterior (espalda) una inscripción votiva de
dedicación.
En esta zona también podemos
contemplar el primer alfabeto conocido. Se trata de una tableta de arcilla
(no más grande que un dedo) en el que se escribió lo que hasta hoy es el primer
alfabeto conocido. Se encontró en Ugarit. El tipo de escritura es la cuneiforme
y por tanto más simplificada que la jeroglífica (utilizada antes de la
aparición de ésta).
Hay muchas más tablillas en la misma
sala. Nos llama la atención una en mármol que contiene la primera partitura
musical conocida.
Según avanzamos hacia la zona donde se
exhibe los hallazgos de la época clásica y antes de llegar a la sala donde se
exhiben algunos de los mausoleos traídos desde Palmira, vamos viendo estelas de
Tike (diosa de la fortuna); de Ablad (dios protector del Éufrates);
otras con sacerdotes de gorros cónicos; altares, etc.
En esta sección hay una importante
colección de estatuas y grabados de las cuales destaca la estatua del arquero (es una copia de la estatua romana hecha por
el escultor Polidito que vivió en el siglo V antes de Cristo). Es una pieza
esencial en el arte de la escultura porque es el modelo más perfecto de las
medidas y proporciones clásicas del cuerpo humano.
Más adelante se exhiben varios
mosaicos descubiertos en Shahba que
se caracterizan por su fina elaboración, su bello diseño y las pequeñas piezas
que se utilizaron en su elaboración. Sus temas son variados y están inspirados
en la mitología griega y romana. El cuadro más importante es el que representa
a la diosa Gea (la tierra).
En la parte dedicada al arte islámico se muestran colecciones de cerámica, arcillas, instrumentos de
navegación, manuscritos, maderas artesanales y una importante colección del
libro sagrado El Corán. Todos ellos manuscritos con tinta de oro y que son de
la época mameluca. Asimismo en esta sección se exponen decorados de madera pintados
con oro y que están en perfecto estado de conservación.
Quizás una de las exposiciones más
importantes de esta sección y que sin lugar a dudas llama la atención del
visitante es el Salón damasceno.
Antes de salir del recinto, en el
jardín, junto a la verja de entrada hay una pequeña tienda que es recomendable
visitar. Allí se encuentran reproducidas numerosas piezas del museo (estatuas,
sellos reales, joyas) y un buen número de libros ilustrados.
Museo Arqueológico Nacional de Damasco por Carmen Dorado Vedia se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Museo Arqueológico Nacional de Damasco por Carmen Dorado Vedia se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Maravillosas fotos. ¡Vaya viajes bonitos que te has dado!
ResponderEliminarSiiiiiiiiiii. Ya sabes dónde voy a ir en cuanto se tranquilicen las cosas, verdad???
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