lunes, 19 de agosto de 2013

A ESCONDIDAS de Sonallah Ibrahim. Ediciones del oriente y del mediterráneo

Estoy leyendo esta novela autobiográfica, en la que el autor Sonallah Ibrahim da la voz a un niño de unos diez años aproximadamente que a escondidas observa y escucha desde detrás de las puertas, hurga en los cajones y baja los ojos cuando lo que tiene lugar delante de él lo incomoda. Un niño del que desconocemos su nombre, que vive solo con su padre, un modesto funcionario  jubilado que se ocupa de las tareas domésticas: cocina, plancha, lo cuida cuando está enfermo, lo ayuda con los deberes e incluso le escribe las redacciones, pero que no consigue llenar el inmenso vacío dejado por su madre ausente. Continuamente, los hechos más nimios de la vida cotidiana lo retrotraen a años atrás, recordándole los días felices, el paraíso perdido. Escrita en un estilo despojado de toda floritura, de frases cortas y sencillas, de una precisión de entomólogo, nos introduce en la vida de El Cairo del año 1948.

«Me pongo a mirar por la ventana los carteles de las películas. El tranvía se bambolea. Miro delante. Me doy cuenta de que la rodilla del hombre frota la pierna de la mujer. Ella se inclina hacia su compañera. Le cuenta algo al oído. El hombre levanta la rodilla por encima del muslo de ella. Levanto los ojos para verle la cara. Nuestras miradas se cruzan. Vuelvo a mirar hacia la ventana. Hago como que estoy observando la calle. Con el rabillo del ojo la veo inclinarse más hacia su amiga. El hombre casi le ha metido la rodilla entre las nalgas. Levanto la vista para verle la cara. Se queda mirándome fijamente, y yo desvío la mirada. El tranvía se para. La mujer se pone de pie a toda prisa. Se despide de su amiga. Teme mirar al hombre. Se abre paso rápidamente entre los que van de pie. Veo que tiene la cara rojísima. Se dirige a la puerta. Por detrás, el mantón se le ha quedado metido entre los muslos».

Es una novela que nos hace pensar. El lector se ve atrapado en la sociedad cairota de 1948, empatiza con el niño, obverva a través de sus ojos un mundo de adultos que no comprende. Una novela muy recomendable.

Sobre el autor:

Nació en El Cairo en 1938. Comenzó estudios de Derecho antes de marcharse a Berlín Este y Moscú a estudiar Cine y Periodismo. Ya periodista y empleado de una casa editorial, fue detenido por su militancia comunista en 1959, y liberado en 1964. Durante este periodo de encarcelamiento empezó a escribir. Su primera obra, publicada en 1966, Ese olor, que se inspira en sus entuertos con las autoridades y su liberación bajo vigilancia, levantó una viva polémica en Egipto, y las autoridades prohibieron inmediatamente su venta. Tras un viaje al Alto Egipto, publicó Estrella de agosto. Siguieron después El Comité, un texto digno de Kafka, que hace relación al sometimiento de los intelectuales y a la censura del gobierno de Nasser; Warda, en la que, a través de la joven protagonista, Sonallah rinde homenaje al ideal revolucionario de los años 50 y 60; Los años de Zeth, Amrikanli, un otoño en San Francisco... Su obra está marcada por el estilo —sus personajes suelen expresarse en primera persona, lo que da a sus relatos un fuerte tono autobiográfico— y por el contenido: un profundo pesimismo alimentado por las frustraciones del pueblo, los abortados intentos de libertad y las incesantes victorias de la burocracia policial y la corrupción. Ha participado activamente en las manifestaciones y acciones ciudadanas que acabaron con el régimen de Mubarak


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