miércoles, 26 de junio de 2013

Presentación del libro TRAS LAS HUELLAS DE SHEREZADE por Clara Obligado







Cuando leí el título de este libro pensé que no deja de ser atrevido incluir en un título el nombre de Sherezade, la narradora por excelencia, aquella que, todas las noches contaba una historia al sultán. Como todos sabemos, del éxito de estas historias dependía la vida de la narradora, y así se ha convertido en un símbolo de cómo el arte de narrar es una de las formas en las que podemos sobreponernos a los peligros de la existencia.

Sherezade nos enseña que sobrevivimos porque hay historias que contar y sabemos contarlas, estamos vivos porque tenemos voz y porque alguien, admirado, nos escucha. Aunque la verdad es que, como sucede en el libro, las historias  que contamos, que nos contamos y que escuchamos, no son necesariamente, soleadas y placenteras.

No lo son en este libro de Carmen Dorado, quien ha sido capaz de escaparse de la propuesta tentadora de un orientalismo vacío que nada nos diría, basado simplemente en los tópicos y en la estética evidente de los países árabes. Unas “mil y una noches” for export, salidas de algún prospecto de viajes. No, no es así este libro, no lo es en absoluto: Carmen Dorado ha sido capaz de mezclar sabiamente los hilos del dolor, la sensualidad, el placer y la violencia.

Y la autora es inteligente, porque tampoco cae en la vertiente contraria, a la que son tan adictos los telediarios, y que consiste una visión catastrofista del oriente, considerado como un conjunto de países asolados por el fanatismo y la guerra. 

Decimos, en síntesis, que este no es un libro complaciente y, por tanto, no es un libro tópico, sino con un libro tremendamente actual y, por ello, arriesgado.

Como nos muestra Sherezade, narrar, narrar de verdad, es contar el dolor y el placer a la vez, la alegría y la dificultad de vivir, La belleza de las noches de Oriente con sus cielos estrellados, y las noches en las que las sirenas de la guerra no dejan conciliar el sueño.  Es contar la compleja alegría, la posesión y el horror, los matrimonios brutales, y también el amor y la sensualidad, el placer de la belleza. 

En un hilo de delicados equilibrios, los cuentos se acercan sin juicios previos a esa realidad difícil de narrar. Tenemos, entonces, unas historias donde se mezcla la  admiración y el respeto con el espanto. Es, justamente esta mezcla, con sus inteligentes claroscuros, lo que más me gusta de este libro.

“Así era mi ciudad, un caso perdido”

 “La capital del caos” (dice el personaje de “Una tormenta de verano)

Son ciudades donde “Donde el ruido no deja conciliar el sueño” (id).

O también la siguiente observación: “Allí donde la gente ocupa una buena parte de su tiempo en hacer la guerra en nombre de Dios o del diablo, no existen días libres” (Najim)

En medio de este caos vital, la autora levanta una tienda de campaña para que nosotros, lectores asombrados, podamos pasar mil y una noches de ensueño. De ensueño, y de reflexión, y de crítica, y de miedo. 

Desde este punto de vista, me gustaría señalar que otro de los méritos de esta colección de relatos consiste en cómo, a través de narraciones muy próximas a los personajes, la autora nos hace leer la historia desde la visión de “el otro”. Es decir: elige para contar lo ajeno, una distancia perfecta, que muchas veces no está ni dentro de la historia, ni totalmente fuera. Una distancia que produce empatía con el mundo narrado, pero a la vez reflexión.

Y sí, en el viaje que se abre en la primera página del libro, se nos invita a pensar nuestra época.

No nos confundamos, no es solamente una alabanza melancólica del ensueño perdido, de esas mil y una noches de la leyenda, es también una manera de pensar lo que nos pasa aquí o allá, o en cualquier lugar donde los conflictos desplieguen su terrible potencia.

Se nos invita no sólo a sentir, o a viajar, sino también se nos obliga a ponernos en el lugar del otro que siempre es visto en Occidente como “el extranjero”. Un extranjero que no nos resulta extraño, que se nos parece.  Un occidental que se ve cuestionado por esa mirada oblicua de los personajes: 

“La melancolía es cosa de ricos”, dice Najim, uno de los personajes, y esa frase la podría decir cualquiera de nosotros.

Grandes historias de la pequeña gente, de la gente que, según los medios de comunicación, no tiene historia y que tanto se nos parece, a nosotros, a los que hoy estamos aquí, o a los que viven en mundos aparentemente lejanos.

En este sentido, creo que los cuentos de Carmen Dorado tienen mucho que ver con la picaresca española, donde sucesivos Lázaros de Tormes se enfrentan a la terrible y apasionante aventura de buscarse la vida.

Es decir, se despliega una reflexión sobre lo cotidiano como aventura, como lugar del milagro.  Por decirlo con alguna frase del libro, esa “abuela que cuenta historias a la misma muerte” bien podría ser la nuestra.

Es la gran lección de una literatura que nos permite ponernos en el lugar de los demás.

Digamos también que el libro no se agota aquí. Si bien la escritora despliega su batería de recursos para mostrarnos la existencia, también, como antes decía, nos muestra la cara más soleada de las historias. Hay algunas cuya fuerza simbólica conmueve, como la de esa “narradora sordomuda que escribe sus historias sobre la arena”. O la bella metáfora del hombre que decide construir un jardín en el desierto, metáfora que la autora nos mostrará también desde el lado más oscuro, cuando la guerra lo destruye todo.  

Y volvamos al título de esta colección de relatos, “Tras las huellas de Sherezade”. Sigamos estas historias de la mano de una autora que hoy publica sus primeros textos para compartirlos con nosotros.

Y si bien utilizar el nombre de Sherezade nos parecía atrevido, cuando cerramos la última página, entendemos que, como el lejano personaje, Carmen Dorado se ha dejado llevar por ese intemporal placer de narrar que es lo que, al fin y al cabo, le da sentido a nuestra existencia. Me gustaría terminar con una cita más de uno de sus personajes y que valida nuestro oficio de escritores: “somos ladrones de palabras, tejedores de sueños”

Quiero felicitarla por estos cuentos, recomendarles que los lean, y desearle, como lectora, que escriba muchos más.  

Clara Obligado además de escritora es quien dirige los Talleres de Escritura Creativa. En 2012 ganó el prestigioso premio Setenil con "El libro de los viajes equivocados".


2 comentarios:

  1. Fue un día especial. La presentación de tu libro, lo que dijo Camila, lo que dijo Clara, tu familia arropándote, tus amigos, tu sonrisa.

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  2. Y sobre todo la compañía de todos los que habéis sido testigos de la creación de esos cuentos. Muchas gracias Marieta, ya sabes que sin tu apoyo y empuje no hubieran visto la luz.

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