lunes, 12 de enero de 2015

AFEITES PARA UNA DAMA






M
e acerco hasta la camilla donde reposa. Examino su rostro, su cuerpo. Busco cada detalle, cada imperfección. Ajusto la lámpara y coloco en lugar visible la foto que me han prestado.


Con un paño húmedo le froto los brazos, las piernas, el pecho. Levanto su cabeza y extiendo una pátina rosada. Retiro los excesos y rectifico la nariz con un trozo de cera. Finalmente aplico color a las mejillas y labios.

Retrocedo para juzgar el efecto logrado. Pienso que ha quedado perfecta.

Antes de abandonar la sala me acerco y la acaricio. Siento que ya no me pertenece.

Mañana lucirá altiva en el escaparate de unos grandes almacenes.

© Carmen Dorado Vedia



Cuento publicado en la revista digital La Palabra número 4.

AFEITES PARA UNA DAMA
Me acerco hasta la camilla donde reposa. Examino su rostro, su cuerpo. Busco cada detalle, cada imperfección. Ajusto la lámpara y coloco en lugar visible la foto que me han prestado.
Con un paño húmedo le froto los brazos, las piernas, el pecho. Levanto su cabeza y extiendo una pátina rosada. Retiro los excesos y rectifico la nariz con un trozo de cera. Finalmente aplico color a las mejillas y labios.
Retrocedo para juzgar el efecto logrado. Pienso que ha quedado perfecta.
Antes de abandonar la sala me acerco y la acaricio. Siento que ya no me pertenece.
Mañana lucirá altiva en el escaparate de unos grandes almacenes.
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