TRAS LAS HUELLAS DE SHEREZADE
Un espacio para contar lo que leo, y escribo; los viajes que he realizado y con los que sueño; donde descubrir a otros autores y por supuesto promocionar mi primer libro de cuentos "Tras las huellas de Sherezade"
lunes, 11 de junio de 2018
lunes, 24 de abril de 2017
http://todoseries.com/guerrila-primeras-impresiones-del-piloto/
Impresiones de mi hermano Antonio sobre el capítulo piloto de la nueva serie Guerrilla
http://www.javiermoralesortiz.com/carmen-dorado-en-la-trama-oculta/
http://www.javiermoralesortiz.com/carmen-dorado-en-la-trama-oculta/
Después de cuatro años, mi primer libro "Tras las huellas de Sherezade" me sigue dando satisfacciones.
En esta ocasión el escritor Javier Morales me lleva hasta La trama oculta de su blog de Escritura creativa con uno de los relatos incluidos en el libro y con mis comentarios.
Después de cuatro años, mi primer libro "Tras las huellas de Sherezade" me sigue dando satisfacciones.
En esta ocasión el escritor Javier Morales me lleva hasta La trama oculta de su blog de Escritura creativa con uno de los relatos incluidos en el libro y con mis comentarios.
martes, 18 de abril de 2017
Alquimia Literaria / abril 2017
La casa gris de Marc Chagall, inspiran los relatos del número de abril de la revista Alquimia Literaria.
Estos son los relatos que podrás leer:
- La extraña visita a la casa gris, de Charo de la Fuente
http://www.alquimialiteraria.com/abril2017/charo/
- Historia de Marc, el barquero triste y Bella, su amada esposa, de Luz D. Montero Espuela
http://www.alquimialiteraria.com/abril2017/luz/
- El retorno, de Alejandro Chanes
http://www.alquimialiteraria.com/abril2017/alejandro/
- Falsas apariencias, de Carmen Dorado Vedia
http://www.alquimialiteraria.com/abril2017/carmen/
http://www.alquimialiteraria.com/abril2017/
miércoles, 1 de marzo de 2017
BIG LITTLE LIES
Big Little Lies: primeras impresiones del piloto
Escrito por AntonioDV el 27/02/2017
Cuando todo luce maravilloso, cuando las personas-personajes son tan estupendas, cuando en sus vidas se dibuja con naturalidad el lujo y las comodidades y todo es tan perfecto… algo se clava en nuestra mente avisándonos de que tal vez las cosas no sean como nos las presentan y que lo que vemos es únicamente la superficie de algo mucho más oscuro y dramático.
De esto precisamente va Big Little Lies, la miniserie de siete capítulos de la HBO y basada en la novela de Liane Moriarty en la que David E. Kelly es el encargado del teleplay convirtiendo la historia en imágenes. Dirigida en su totalidad por Jean-Marc Vallée, la historia se desarrolla en la localidad de Monterrey (California) y tiene como protagonistas a tres mujeres: Madeline Mackenzie (Reese Witherspoon), Celeste Wright (Nicole Kidman) y Jane Chapman (Shailene Woodley), con vidas muy dispares pero que el caprichoso destino las acaba uniendo en una localidad y en un ambiente donde es difícil imaginar que allí le pueda ir mal a nadie. Aunque la sorpresa saltará enseguida para desmontar de forma brusca esa sensación.
Una impactante y trágica excusa que nos llevará a conocer las vidas de estas tres mujeresinmersas en un ambiente tan pijo y tan insultantemente lujoso y donde la estructura del capítulo se construye a base de saltos y cada corte nos muestra un poco más acerca de la personalidad no solo de ellas, sino de ese ambiente social donde lo superficial sirve como alfombra que tapa la mierda que hay debajo. El montaje, por arriesgado, no resulta nuevo en la narrativa audiovisual. Antes lo hicieron otros situando el incidente dramático de inicio como tirón, para después ir generando flashbacks ordenados de tal manera que nos fueran descubriendo con cuentagotas el “qué pasó” para llegar al punto de partida, donde ambas líneas temporales, pasado y presente, se jutan y resuelven todos los misterios. Lo hizo Wells con Ciudadano Kane, lo vimos en el piloto de Breaking Bad y en la primera temporada de True Detective, al igual que en The Affair.
Las situaciones planteadas en Big Little Lies se mueven entre lo tragicómico y el drama, donde hasta los niños –increíble el casting– aportan su punto de vista de lo que ven con la todavía inocencia de sus ojos y, sobre todo, aquello que les rodea y les influye. Capítulo aparte merecen las interpretaciones, que son brutales. Mención especial para las de Reese Witherspoon, la de Iain Armitage en el papel de Ziggy Chapman, hijo de Jane Chapman, que es como la niña de Strangers Things pero en niño, y sobre todo la de Nicole Kidman, donde una vez más nos enseña que ella está dotada de unos niveles de interpretación donde apenas necesita hablar y solo con su mirada ya te cuenta cosas.
Y así es como comienza la historia: en lo que parece un colegio en plena celebración de algún evento, con gentes ataviadas con trajes de noche y donde la iluminación festiva y el buen ambiente son tan invasivos que el trágico incidente que sucede nos golpea de tal manera que todo aquello se desmorona en un instante. La policía llega al lugar porque alguien, al que no vemos ni veremos en todo el capítulo, acaba de ser asesinado allí mismo.
Y lo que se nos muestra a partir de aquí serán los interrogatorios que los inspectores de policía irán haciendo a todo aquél que estuviese en la fiesta o que tuviera algún tipo de relación con la persona muerta. Es en este punto donde los flashbacks entrarán en acción mostrándonos cómo era la vida de todas esas mujeres aparentemente felices revelando tanto los datos de su personalidad, los públicos como los privados, así como aquellas situaciones en las que se vieron inmersas. De esta manera, cada interrogado hará mención a una de ellas, y con esto viajaremos hasta sus vidas para conocer los pormenores y detalles de sus relaciones.
Madeline es una esposa y ama de casa dotada de esa hiperactividad que cansa solo con verla y que justifica el porqué, y al margen de “sus labores”, necesita encontrar siempre más y más actividades que complementen su vida acomodada y aburrida. Con una hija adolescente de su anterior matrimonio y una niña, está casada ahora con un informático que dirige una empresa de éxito, y que viendo la casa donde residen y el ritmo de vida que llevan, nos hacemos a la idea de los beneficios que obtiene por su trabajo. La personalidad de él, Ed Mackenzie (Adam Scott), contrasta radicalmente con la de ella. Ed es un tipo de esos que aunque se esté derrumbando el mundo a su alrededor son capaces de conservar esa calma tan común entre algunas personas que les hace no inmutarse ante el mismísimo hundimiento del Titanic.
Pero lo mejor está por llegar cuando nos enteramos que su exmarido acude al mismo colegio en compañía de su nueva pareja, una joven de aspecto hippie-fashion luciendo su felicidad por las esquinas y que además hace las delicias de la hija adolescente que tuvo con Madeline, para quien la nueva pareja de su padre es el refugio ideal a sus ideales adolescentes. Toda esta hiperactividad tiene un motivo que nos revelará la propia Madeline cuando confiese emocionada ante su hija que siente miedo de perder a sus niñas al irse haciendo mayores. Y entonces comprenderemos mejor cómo se sienten esa legión de madres que tantos y tantos años han dedicado a la atención de sus hijos, cuando la fecha del abandono del hogar materno por ellos se vaya acercando de manera inexorable.
Un día como otro cualquiera en su vida, Madeline acudirá a la apertura del curso escolar con su hija menor Chloe (Darby Camp) en el coche. Nerviosa, híperexcitada y como si el mundo se acabara si no realiza las múltiples tareas que ella misma se ha impuesto, tendrá un pequeño percance de tráfico con otro coche en el que viaja Jane con su niño Ziggy. Una torcedura en el tobillo gracias a esos taconazos que lleva, y que son el mejor complemento para llevar a tus hijos al colegio en el día que se inaugura el nuevo curso, hará que entre en contacto con Jane, una mujer joven, distinta a ella y que solo por su vestimenta y aspecto adivinamos que se trata de esas personas que están fuera de lugar y ajenas a ese mundo.
Jane acabará llevando en su coche a Madeline hasta el colegio y gracias a ese generoso acto por su parte, ésta se la presentará a las otras madres como su nueva amiga. Incluso su niña hará de introductora del hijo de Jane para que su llegada al centro sea lo menos traumática posible, convirtiéndole en su nuevo amiguito. Mientras, los niños entran felices a las modernas instalaciones del colegio para celebrar el día de “La adaptación”, que es algo así como un invento muy moderno y muy estupendo para que los niños se integren antes de comenzar oficialmente las clases y donde les veremos cantando canciones previamente escritas en un papel por la maestra –una joven que rebosa felicidad y buen rollo por los cuatro costados– y que obedece seguro a la creencia de que quien canta unido, permanece unido.
Con los niños ya en clase, las mamás se quedan fuera hablando sobre sus intensas y estresantes vidas y con una Madeleine llevando siempre la voz cantante y relatando las múltiples actividades que tiene por delante. Allí mismo conoceremos a la histriónica y exitosa Renata Klein (Laura Dern), madre de una niña, quien sin avisar y tras relatar a las demás sus múltiples ocupaciones en negocios de éxito, anuncia a sus amigas que la acaban de nombrar consejera en PayPal en un acto claro de marcar el territorio ante ellas. Todas ríen y se alegran, pero entonces nos fijamos en ella…
Celeste Wright permanece callada, como expectante y dando la sensación de que ella no tiene muchas cosas que contar. No tiene, pero sospechamos que no quiere. Todas la envidian y no precisamente por lo que hace, nada de eso interesa a las demás. La envidian por estar casada con Perry Wright (Alexander Skarsgard-True Blood) otro exitoso hombre de negocios del que no se sabe muy bien de qué negocios estamos hablando y que, además de su atractivo, es mucho más joven que ella, lo que desata los comentarios entre risitas con segundas y terceras intenciones de las allí congregadas. Por esto es admirada por sus amigas. Solo por esto.
Celeste es la mamá de dos niños cuya educación y modales siempre correrán a cargo del padre.Él será quien solucione los conflictos con los niños y, mientras ella trata de argumentar con educación ante una pelea entre ambos o una travesura, sin conseguir nada por la rebeldía de las criaturas, el papá llegará al rescate de ella y con un simple gesto apuntando sus manos hacia los niños como si fuesen dos pistolas “Pum-Pum”, los niños caerán muertos por los disparos… y calladitos al fin, mientras que ella quedará asombrada por la facilidad con la que él resuelve los problemas. ¿Que los niños se niegan a hacer una tarea que les indica su madre? ¡Fácil! El padre llegará y ofrecerá un dólar al primero que la haga y los niños saldrán corriendo para conseguir tan preciada recompensa. Y de nuevo, ella, Celeste, tendrá la sensación de ser una inútil. Con esto, su vida, sus actividades, se limitarán a sacar infinidad de fotos a los niños, a los que adora, para compartirlas después en la redes sociales con el consejo, eso sí, de su esposo sobre cuál de las fotografías es la más apropiada para ello. Esta es su vida. Su lujosa vida.
Todas las madres van abandonando las puertas del colegio y las tres, Madeline, Celeste y Jane,quedan para tomar un café en un moderno local donde la primera se maneja como en su propia casa saludando al camarero con tanta familiaridad que parecería que lleva toda su vida yendo allí. Es en la terraza del exterior y en torno a una mesa cuando Jane abre un poco su corazón ante sus nuevas amigas.
Jane Chapman es extraña, reservada y sabe que aquél lugar no le pertenece, aunque se deja llevar por la amabilidad y buenas maneras de sus nuevas amigas a las que acaba de conocer y que ya las considera como gente muy simpática que le han proporcionado el mejor recibimiento posible a su nuevo hogar. En una de las conversaciones intrascendentes, ella suelta algo acerca de cómo se siente en ocasiones y, ante la atenta mirada de las otras dos, especialmente de Celeste, cuenta que tiene la sensación como de estar fuera de su cuerpo y que, al observar todo desde esa posición,piensa que ella y su vida no pertenece a eso que está viendo. Cuando decide terminar esta experiencia, dando a entender a sus amigas que no le hagan mucho caso, Celeste se la queda mirando fijamente, con esa mirada, y le dice que ella sí que la entiende. Lo que si notamos desde el primer momento es que Jane tiene un pasado y está en plena huida de él. Un pasado turbulento quizás, que se manifiesta cuando comprobamos que en el cajón de la mesilla de noche guarda un revólver.
Acabada la reunión en la terracita de las tres amigas, que entendemos se ha debido prolongar varias horas, deciden volver a las puertas del colegio para recibir a los niños tras su primer día en la ya famosa clase de adaptación.
Los retoños salen a la calle dirigidos por la profesora megasimpática y en lugar de irse a abrazar a sus madres, ésta les ordena formar un corro y aplaudir para que sus mamás vean lo felices que han sido cantando canciones todos juntos. Pero entonces ocurre algo que siendo repulsivo por todo lo que significa, nos arrancará una sonrisa por el despropósito que supone. Una escena tragicómica donde la niña de Renata Klein, apocada y con timidez, se acerca a su mamá y le cuenta que un niño ha querido ahogarla en clase. Ante la inquietud de su madre, la profesora simpática reacciona siguiendo el protocolo de las modernas practicas de la docencia, y ordena sin más que el niño o la niña responsable del acto dé un paso al frente y confiese ante todos su culpabilidad. Todo, eso sí, con un tono de voz muy amable y dulce pero que, a pesar de los buenos modales de la maestra, deja perplejas a las tres amigas. Como nadie da el paso al frente y ante el requerimiento de la madre de la niña para que esa situación se aclare, la profesora da una vuelta de tuerca al asunto y pide a la niña que señale con el dedo al culpable. Cuando la niña lo hace apunta directamente hacia él, hacia el hijo de Jane, Ziggy.
Perpleja por esta acusación, Jane le pregunta a su hijo si ha sido él y cuando el niño lo niega, ella tiene un flash en su cabeza en la que ve a su hijo despierto por la noche y mirándola de pie al lado de la cama mientras ella duerme. Más tarde descubriremos que el niño sufre algún tipo de sonambulismo y que no será la primera noche en la que su madre le acompañe de nuevo a su cama en ese estado. El niño es presionado por la profesora y por la madre de la niña para que confiese su delito delante de todos y pida perdón, pero Ziggy se declara una y otra vez inocente, aunque las sospechas sobre él han quedado ya grabadas en muchas de las madres allí presentes.
Este incidente generará un enfrentamiento entre Madeline y Renata cuando la primera le recrimine a ésta su actitud despótica y agresiva con el niño. No será el único conflicto, porque en casa de Celeste este hecho llevará a un enfrentamiento con su marido cuando los niños cuenten al padre lo que ha ocurrido en el colegio. Ella tratará de quitar hierro al asunto, pero él revelará al fin su personalidad ordenándole de manera violenta a ella, mientras le aprieta fuertemente el brazo,que sus hijos jamás vuelvan a acercarse a ese niño. Ella se zafará con decisión y nos dejará una perla interpretativa donde quedará clara cuál es su situación y su vida con él.
Estas son las mujeres y este es su mundo, un lugar al que iremos asistiendo a saltos entre los interrogatorios de la policía y lo acontecido en sus vidas hasta el momento del crimen. Habrá que ir viendo los siguientes episodios para comprobar que la tensión, las dobles intenciones, las apariencias y las mentiras, las grandes y pequeñas mentiras, siguen generando estas situaciones tan absorbentes.
Dejo para el final la frase pronunciada por uno de los interrogados por la policía y que resume fielmente el universo tan peculiar en el que nos adentramos:
Nadie sabe nada de nadie
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