EL AVESTRUZ
Para los antiguos egipcios MAAT era la diosa del orden, la verdad y la justicia. Normalmente se la representaba como una mujer con una pluma de avestruz en la cabeza, situada verticalmente y en perfecto equilibrio. La pluma estaba relacionada con todo aquello que era bello, diáfano, sutil y ligero, mientras que el animal se asociaba al dios Re cuando, a la salida del Sol, parecía que danzara celebrando su aparición.
La principal tarea de cualquier faraón era garantizar la Maat y conservar el orden en Egipto, que también afectaba al terreno político y social.
Los habitantes del antiguo Egipto creían que, al morir, viajaban a otro mundo muy parecido al de la tierra, llamado Campo de Iaru. Allí podrían disfrutar eternamente de la compañía y protección de las divinidades. Sin embargo, durante el camino, tenían que realizar un viaje lleno de peligros y pruebas. Es por eso que los difuntos llevaban consigo el Libro de los Muertos, que contenía las instrucciones para llegar sanos y salvos a su destino.
Una de las principales pruebas era la psicostasia, que se realizaba en la Sala de las Dos Verdades o Sala del Pesaje del Alma, presidida por el dios Osiris. Allí se encontraba un tribunal de 42 jueces, encabezados por la diosa Maat (considerada también su patrona). El difunto era guiado por el dios Anubis hasta el centro de la sala, donde había una gran balanza. Para determinar si había sido justo en vida, colocaba su corazón (sede del pensamiento y los sentimientos) en un platillo; como contrapeso, el otro platillo contenía una pluma de avestruz. Si la balanza mantenía el equilibrio o pesaba más la pluma, significaba que era merecedor de la eternidad. Si, por el contrario, pesaba más el corazón, no superaba la prueba y el difunto era devorado por la diosa híbrida Ammit, que significaba su aniquilación absoluta. Finalmente Tot, el dios de la sabiduría, la escritura y el tiempo, apuntaba el resultado para que así constara.
© Las leyendas bestiales del
Egipto Faraónico. Caixaforum Madrid
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